Estás trabajando con un ordenador pero vas a hacer una parada para comer. ¿Vale la pena apagarlo completamente para ahorrar energía? Sin duda, pero un ahorro misérrimo que, por contra, lleva aparejados otros efectos adversos.
Un físico de la Universidad de Harvard, Wolfgang Rueckner, midió el consumo de su ordenador en diferentes estados. Era un iMac G5 del año 2005 (tened en cuenta que un ordenador con Windows consume más que uno con el sistema operativo Mac).
Al encenderse y apagarse, el ordenador consumía unos 130 vatios (una medida de la cantidad de energía que se utiliza en cada instante). Consumía 92 vatios mientras estaba encendido sin hacer nada. Y 4 vatios cuando estaba en estado de hibernación. Totalmente apagado consumía 2,8 vatios, porque todavía estaba enchufado a la electricidad.
Es decir, que si añadimos el consumo máximo cuando lo apagamos y lo encendemos, la electricidad que consume el ordenador si se apaga durante una hora es ligeramente menor que si lo dejamos hibernando. Si 20 personas en una oficina apagaran el ordenador durante la comida, pues, se ahorraría colectivamente unos 24 vatios. Más o menos lo necesario para encender un fluorescente convencional.
Un ahorro exiguo que, además, comporta un desgaste mayor del disco duro, pues debe funcionar más para llevar a cabo todos los procesos necesarios para apagarse y encenderse. Así pues, lo de apagar ya no se lleva. Los ordenadores cada vez son más eficientes con una mejor gestión de la energía, lo que acorta la diferencia entre estar apagado y estar hibernado.