El agua, un elemento tan común en la Tierra, con la que continuamente tratamos (la bebemos, nos bañamos en ella, la contemplamos en lontananza para relajarnos, regamos nuestras plantas para que den sus frutos, etc.), sin embargo, es una gran desconocido para la mayoría de la gente.
Y, como consecuencia de ello, la mayoría de nosotros arrostramos un serie de confusiones al respecto del líquido elemento.
Por ejemplo, que el agua fría se congelará antes que el agua caliente.
Tiene cierta lógica: será más lento congelar agua que está caliente, porque primero debemos enfriarla. Pero es justo al revés: el agua caliente se congela antes que el agua fría. El primero que se dio cuenta de este hecho tan contraintuitivo fue Aristóteles, allá por el siglo IV a. C., pero la ciencia moderna no lo aceptó oficialmente hasta una fecha tan próxima como 1963, llamándose efecto Mpemba, en honor a Erasto Mpemba, un niño de una escuela de Tanzania que lo demostró repetidamente en su clase: demostró concretamente que la mezcla caliente para los helados se congelaba antes, durante las clases de cocina. Más tarde empezó a realizar experimentos para comprobarlo junto a Denis G. Osborne.
Para que se cumpla este efecto, el agua debe encontrarse al menos a 30º C de diferencia entre las temperaturas de ambos cuerpos, pues la cantidad de calor que se transfiere por unidad de tiempo es proporcional a la diferencia de temperaturas de los dos cuerpos. Por ello, si arrojamos agua al aire a 80º cuando se está a -10º, esta agua se congelará más rápido que si arrojamos el agua a 15º.
Por otro lado, el agua no se congela a 0º C. , ni la del mar ni el agua pura. A fin de que el agua se congele, es necesario que sus moléculas puedan agarrarse a algo. Los cristales de hielo se forman alrededor de núcleos, como pequeñas partículas de polvo. Si no las hay, la temperatura debe bajar entonces hasta -42 ºC para que se congele.
Por su alto contenido en sal, el agua del mar puede normalmente descender por debajo de los 0º C sin que se congele. La sangre de los peces se congela a unos -0,5 ºC, lo que llevó a los biólogos marinos a preguntarse años atrás cómo podían sobrevivir en aguas polares. Ahora saben que el páncreas de especies como el blénido antártico o el diablillo antártico produce proteínas que pasan a la sangre e impiden la formación de núcleos de hielo (como el anticongelante de un coche).
El punto de ebullición del agua tampoco debe ser necesariamente de 100º C. Puede ser mucho más elevado. Para ello, hay que calentarla muy lentamente en un contenedor sin arañazos (que es donde se depositan pequeñas bolsas de aire alrededor de las cuales se forman las primeras burbujas). Tal y como explica John Lloyd en El nuevo pequeño gran libro de la ignorancia:
El hervor aparece cuando las burbujas de vapor de agua se expanden y rompen la superficie. Para que suceda, la temperatura debe ser lo bastante elevada para que la presión creada por la burbuja de vapor supere la presión atmosférica. En condiciones normales, esto sucede a 100º C, pero si el agua carece de puntos donde puedan formarse burbujas, será necesario más calor para superar la tensión superficial de las burbujas cuando aparezcan (esto también explica por qué hinchar un globo siempre cuesta mucho más al principio). De aquí que si calentamos una taza de café en el microondas y llega a hervir, es muy posible que explote y se derrame cuando la agitemos con la cucharilla. El movimiento activa una reacción en cadena que hace que el agua del café se vaporice a gran velocidad.