Al menos sabemos que si hace tanto frío que ni siquiera pueda nevar, entonces no estamos en el planeta Tierra, a pesar de la frase popular “lleva todo el día intentando nevar, pero hace demasiado frío.”
En Alaska nieva, y también en el Polo Sur, que tienen temperaturas de -41 y -50 ºC, respectivamente. En laboratorios se han formado copos de nieve en condiciones de -80 ºC, temperaturas solo registradas en las partes más frías de la Antártida. El lugar más frío es Plateau Station, en la Antártida, donde hay –89 grados centígrados de media (aunque si soy justo, debería decir que el lugar más frío del universo está en Finlandia, donde en el año 2000 un equipo de la Universidad de Tecnología de Helsinki consiguió enfriar una pieza de rodio a una décima parte de una milmillonésima de grado por encima del cero absoluto, –273 grados, la menor temperatura que se puede alcanzar debido a las leyes de la física: incluso en el espacio interplanetario es raro hallar temperaturas por debajo de los –245 grados).
Lo que es cierto es que la nieve no parece nieve sino cristales de hielo aislados entre sí, un fenómeno llamado “polvo de diamantes”.
Tal y como abunda John Lloyd en El nuevo gran libro de la ignorancia:
El motivo por el que no siempre nieva cuando hace mucho frío es que, en el norte de Europa, el tiempo muy frío suele estar asociado a presiones elevadas. En las zonas donde la presión atmosférica es elevada, el aire se mueve muy poco, por lo que el aire frío va descendiendo y calentándose gradualmente. Esto significa que el agua que podría haber en el aire se evapora completamente en lugar de formar nubes. En verano, esto da lugar a un tiempo claro y cálido. En invierno, permite que el calor del suelo ascienda, ya que no hay una capa de nubes que lo impida. Entonces, la temperatura del suelo baja, sobre todo por la noche, cuando no hay sol que lo caliente. Por lo tanto, hace mucho frío, pero no hay nubes que puedan generar nieve.
Otros mitos que podemos derribar alrededor del frío, por ejemplo, es que las bebidas calientes como el cacao o el café ayudan a combatir el frío. Lo que en realidad es recomendable son las bebidas que tengan mucho azúcar, que proporcionan combustible para que el cuerpo genere calor.
Y como explicábamos en ¿Por dónde perdemos la mayoría del calor corporal?, también hay que olvidarse de que la mayor parte de la pérdida de calor se produce por la cabeza, y que por ello nuestras madres nos encasquetaban esos gorros que nos producían picores insoportables cuando éramos niños. A través de la cabeza sólo se pierde entre el 8 y el 10 % del calor.