Hace unas semanas Tanausú nos enviaba un agónico correo pidiendo que le ayudáramos a comprender la paradoja del gato de Schrödinger. Bueno, no sé si conseguiremos ayudarle, pero podemos intentarlo.
La principal dificultad cuando uno intenta hablar de mecánica cuántica a nivel de divulgación es, por raro que parezca que parezca, el sentido común del lector. Estamos acostumbrados a nuestro mundo macroscópico y clásico. Que la realidad pueda ser tan rotundamente diferente nos puede llegar a parecer una aberración.
Y eso no nos pasa sólo a los mortales, al mismísimo Einstein la cuántica no le cabía en la cabeza. Y hoy en día tenemos pruebas experimentales de que se equivocaba, por lo menos al respecto de esto.
Además, al divulgar uno siempre se enfrenta al dilema de si debe narrar únicamente lo que dicen las ecuaciones (¡y es un reto hacerlo sin recurrir a las mates!), o bien intentar dar una interpretación. El problema es que la mecánica cuántica tiene diversas interpretaciones, y a día de hoy aún no sabemos cuál es la interpretación correcta. De hecho, ni siquiera sabemos si realmente tiene sentido preguntar si hay una interpretación correcta.
Una interpretación, en términos simples, es una explicación literaria (no matemática, aunque a menudo se basa en principios matemáticos) de porqué una teoría es como es. El problema es que, como la interpretación únicamente interpreta (valga la redundancia), no modifica en nada lo que dice la teoría.
Por lo tanto, no hay ninguna forma de diseñar un experimento que permita decir si una interpretación es correcta o incorrecta. (Nota: esto no es siempre así; en el pasado hubo interpretaciones que sí pudieron ponerse a prueba y descartarse experimentalmente, lo cual significa que en realidad no eran meras interpretaciones, sino teorías alternativas. La postura de Einstein en torno la cuántica fue un caso, por ejemplo).
Por ese motivo, es muy importante diferenciar entre interpretaciones de la cuántica y la cuántica en sí. En esta mini-serie de posts me voy a centrar únicamente en lo que dice la mecánica cuántica, sin entrar en ninguna de sus interpretaciones. Quería dejar claro esto, y ahora ya podemos empezar a hablar del gato de Schrödinger.
Foto | Dhatfield