En poesía no es difícil encontrar metáforas y comparaciones que ligan el fuego con diferentes piedras preciosas. Por ejemplo, las ascuas de una hoguera recuerdan a rubíes incandescentes. El parpadeo de una llama, a los destellos de los diamantes. El famoso científico Michael Faraday, en sus conferencias celebradas del siglo XIX sobre “La historia química de una vela“, dijo: “Usted tiene la belleza resplandeciente del oro y la plata, y el brillo aún mayor de las joyas, como el rubí y el diamante, pero ninguno de éstas son rivales de la brillantez y la belleza de la llama. ¿Qué diamante puede brillar como el fuego?“
Pero ahora la ciencia ha hecho que esta metáfora adquiera más consistencia.
Y es que, según un estudio de la Universidad de St Andrews llevado a cabo por Wuzong Zhou, en las llamas de las velas se forman pequeñas partículas de diamante: concretamente 1,5 millones de nanopartículas de diamante se crean cada segundo en la llama de una vela mientras se quema.
Usando una nueva técnica de muestreo que él mismo ha desarrollado, Zhou fue capaz de eliminar las partículas del centro de la llama (algo nunca antes logrado con éxito), encontrándose para su sorpresa que la llama de una vela contiene las cuatro conocidas formas del carbono.
En la parte inferior de la llama ya se sabía que existían moléculas de hidrocarburos, que se convierte en dióxido de carbono en la parte superior de la llama. Ahora, tanto nanopartículas de diamante como partículas de fullerenos se han descubierto en el centro de la llama, junto con carbono grafítico y amorfo.
El descubrimiento podría conducir a futuras investigaciones sobre cómo los diamantes, una sustancia clave en la industria, se podrían crear de forma más barata, y de una manera más ecológica.
Zhou señaló:
Desafortunadamente las partículas de diamante se queman en el proceso, y se convierte en dióxido de carbono, pero esto va a cambiar la manera de ver la llama de una vela para siempre.
Vía | University of St Andrews