Los rayos, cuanto más lejos, mejor

Uno de los mayores temores en una tormenta son los rayos. Son una gigantesca descarga eléctrica cuya velocidad de desplazamiento oscila entre los 10.000 y 100.000 km/h, así que si te pilla una tormenta en medio del campo, correr no te servirá de mucho. En su libro "Preguntas al aire", José Miguel Viñas nos explica unos cuantos detalles sobre ellos.

Entonces, es cuando empiezas a pensar si es muy probable que te caiga un rayo o no e intentas saber cuál es la mejor estrategia para evitarlos. Si vamos por la montaña y se nos echa encima de una tormenta, para evitar los rayos nunca deberíamos ocultarnos bajo un árbol solitario en mitad del campo, ya que los atrae. Tampoco nos metamos dentro de una tienda de campaña por la misma razón. Si se nos empieza a erizar el vello o el pelo de la cabeza la descarga es inminente. Lo mejor es ponerse de cuclillas en posición fetal, lo más agachados posible y con los brazos enganchados al cuerpo; también podemos tumbarnos. Debemos deshacernos de cualquier material metálico que llevemos, como una cantimplora, mochila, etc. Y también debemos alejarnos de los rebaños de animales como las vacas, ya que su pelaje ioniza el aire a su alrededor e incrementa la probabilidad de que allá caiga.

Llegados a este punto, si un rayo alcanza a una persona tiene pocas probabilidades de sobrevivir: en torno al 30%. Y para que sea mortal no hace falta que nos dé de lleno, sino que caiga relativamente cerca. Aun así hay quien sobrevive, dejando las marcas de la zona de entrada y de salida.

Los rayos han causado la muerte de muchas personas en España. El récord está en el año 1955 en que murieron 133 personas por esta causa, ya que la sociedad era muy rural. Entre 1940 y 1980 murieron un total de 2000 personas por esta causa. Hoy día la sociedad ha cambiado, y también el número de afectados por rayos que ha bajado a la cifra de entre 10 y 15 personas por año.

Como siempre, hay quien rompe las estadísticas. Es el caso de un guardia forestal de los EEUU llamado Roy C. Sullivan, que a lo largo de 35 años de trabajo fue alcanzado y herido 7 veces en diferentes tormentas. Le llegó a pasar da todo: perder las uñas, quemársele las cejas, los hombros, el pelo, las piernas; incluso uno de los que le impactó a la altura del estómago le provocó una úlcera.

Los rayos se producen por las corrientes de aire que se producen en el interior de los cumulonimbos. Dichas corrientes hacen que choquen de manera continua los millones de granizos y los cristalitos de hielo que contiene. Los rayos nube-tierra pueden ser positivos o negativos. Quien marca el signo de dichos rayos es la parte de la célula tormentosa más cercana a la tierra. Los más frecuentes son los negativos, que oscilan entre el 90% y el 95%. Sobre el suelo se induce una carga de signo contrario, lo que aumenta el campo eléctrico de la zona y la diferencia de potencial que se establece es de unos 30 millones de voltios y en la descarga se alcanza una intensidad de 30.000 amperios. Los rayos positivos son más peligrosos, ya que las diferencias de potencial son bastante mayores que los anteriores y las intensidades a las que pueden llegar son de 300.000 amperios (del orden de 10 veces más).

Con esas diferencias de potencial tan grandes hasta el aire se transforma en conductor y se produce el canal de descarga. En el momento de la descarga, la temperatura puede llegar hasta los 30.000 grados.

Cabe destacar el experimento de Franklin, quien explicaba que fue capaz de atraer un rayo gracias al efecto punta. Y ojo con repetir sus experimentos, pues hubo científicos que intentando reproducir su experiencia fueron fulminados por un rayo.

Sea como sea, los rayos, cuanto más lejos, mejor.

Vía | José Miguel Viñas, Preguntas al aire.

Foto | wikipedia

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