El campo geomagnético protege la vida en la Tierra de un flujo constante de radiación cósmica. Y ahora, gracias a un estudio recién publicado en PNAS, se sugiere que podría medirse su energía a lo largo del tiempo recurriendo a piezas arqueológicas.
Concretamente, a antiguos mangos de tarro.
Arcilla para medir
Según el equipo de investigadores de las universidades de Tel Aviv, Hebrea de Jerusalén y California, autores del artículos anteriormente mencionado, las partículas de óxido de hierro mezcladas en arcilla utilizada para fabricar tarros se pueden utilizar como un dispositivo de medición porque quedan fijadas en alineación mientras la arcilla sigue estando blanda debido al campo geomagnético. Una vez que el tarro se somete a cocción, las partículas permanecen congeladas en su lugar.
Los investigadores informan de que el análisis reveló una reducción gradual en la intensidad del campo a lo largo de los seis siglos en estudio, y que también hubo picos y caídas en la intensidad del campo durante algunos períodos de tiempo.
El siguiente objetivo será averiguar por qué se producen estas fluctuaciones del campo.
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