Ésta es la típica pregunta que la gente no suele formularse a menudo. Pero pensadlo un momento. Basta con que en la calle estemos a 0 ºC para que en casa tengamos un frío de mil demonios que debe combatirse poniendo al máximo la calefacción (o encendiendo más de una estufa). Pero en un avión, a semejantes alturas, la temperatura del aire puede alcanzar los -50 ºC, de modo que ¿cómo lo hacen para que no notemos ni una pizca de frío?
Lo cierto es que no todo el mérito es del avión sino de la altura. A 9.000 metros, por ejemplo, la densidad del aire es un tercio menor que al nivel del mar, por lo que, en realidad, es como si el avión volara en un frasco vacío. Este aire contra las láminas de metal que recubren el avión es mucho menos eficiente en la pérdida del calor.
Además, en pleno vuelo, la fricción del aire en las láminas que componen la capa exterior a 500 kilómetros por hora caliente mucho la superficie. Por ejemplo, las piezas del Concorde llegaban a alcanzar los 200 ºC en pleno vuelo, y las cápsulas de regreso de las naves espaciales siempre llegan a la Tierra tan calientes como castañas asadas.
Esto no quita que el avión esté equipado con un sofisticado sistema para mantener la temperatura estable y cómoda en el interior de la cabina, que se convierte en un recipiente estanco en el que se introduce aire procedente del excedente de los motores.
Además, en la pared de 10 centímetros que nos separa del exterior, hay un aislamiento muy similar a las de las paredes de las casas que evita cualquier material metálico que trasmita el frío que hay en el exterior. Por eso los materiales más habituales son el plástico en la estructura y la espuma como aislante.
Vía | ¿Cuánto pesa la Tierra? de Ana Pérez Martínez