Por orden de rebote, de más a menos: las de vidrio, las de acero y las de goma. Lo cual puede desafiar al sentido común: ¿las de goma son las pelotas que menos rebotan?
La explicación está en la dureza. Cuanto más dura es la pelota, menos energía pierde en el rebote: las pelotas blandas se aplastan. Y es que, al golpear el suelo, una pelota, en el impacto, pierde parte de la energía del movimiento descendente de dos formas: o bien es absorbida por la superficie de la pelota cuando se comprime, o bien es liberada en forma de calor.
El término técnico para la capacidad de rebote de un objeto es “coeficiente de restitución” o COR. Es una escala que mide la energía que pierde un material al sufrir un impacto, y va desde el 0, cuando pierde toda la energía, a 1, cuando no pierde nada de energía.
La goma dura posee un COR de 0,8. La pelota de vidrio puede tener un COR de hasta 0,95 (siempre que no se rompa con el impacto, por supuesto).
Una Superball es un juguete inventado en 1964 por el químico Norman Stingley, comprimiendo un material de goma sintético bajo la alta presión. Se fabricó con un material desarrollado originalmente para una válvula de seguridad de un pozo petrolífero. La Superball tiene un coeficiente extraordinariamente alto de coeficiente de restitución, así que se convirtió en uno de los juguetes más vendidos de la época.