¿Los diamantes son para siempre? Según se mire. Si se mira con un microscopio, la respuesta debe ser que no. Porque un diamante expuesto al sol pierde peso, concretamente átomos de carbono. Los usuarios de joyas, sin embargo, podéis estar tranquilos: la pérdida no es apreciable a simple vista (la tasa de pérdida es muy lenta, incluso con una lámpara UV de mercurio típica en un laboratorio se necesitarían alrededor de 1.000 años para eliminar un microgramo de diamante).
A pesar de ser uno de los materiales más duros conocidos, esta pequeña pérdida de átomos podría ser de gran ayuda para los investigadores que trabajan para aprovechar las excepcionales propiedades ópticas y electrónicas de los diamantes.
Por ejemplo, muchos de los nuevos usos de los diamantes, a partir de la emisión de luz láser para la comunicación cuántica y la computación, requieren micro o nano-características en la superficie del diamante. El físico Rich Mildren y su equipo en la Universidad Macquarie en Sydney ha demostrado que los rayos de luz ultravioleta (UV) ofrecen una manera especialmente limpia para hacer precisamente eso.
Los diamantes son generalmente grabados con láser en un proceso llamado ablación, que quema los átomos de la superficie, dañando más al del grafito que el diamante. Mildren y sus colegas muestran que mediante la reducción de la potencia del pulso del láserse podría evitar esto. Mildren y su equipo descubrieron el efecto por accidente:
Queríamos mostrar que el diamante puede operar en longitudes de onda que otros materiales no pueden, y los rayos UV es una de esas regiones.
Vía | Scientific American