El sonido viaja mucho más lento que la luz, así que los sonidos deberían llegar varios minutos después de que el meteoro entrara en fricción con la atmósfera.
Sin embargo, en muchas ocasiones, cuando contemplamos un meteorito surcar el cielo se pueden llegar a oír chisporroteos, crujidos y sonidos siseantes a medida que desciende y de forma simultánea. Un nuevo estudio ofrece una explicación a este fenómeno que parece violar las leyes de la física.
El ruido de los meteoritos
El misterio del ruido de los meteoritos se resuelve rápido si asumimos que ese ruido no procede, como nos parece intuitivamente, de las ondas de choque entrando en la atmósfera terrestre. Pero, entonces, ¿cuál puede ser el origen del ruido?
Todavía no se conoce este origen con exactitud, y hay diversas teorías más o menos aventuradas que se continúan barajando, pero una de ellas acaba de ser publicada en en la revista Scientific Reports: el ruido podría emanar de la luz brillante y pulsante emitida por el asteroide mientras se quema en la atmósfera de la Tierra.
El estudio que propone esta idea ha sido llevado a cabo por el difunto investigador de Sandia National Laboratories, Richard Spalding. Según este estudio, una luz tan intensa podría calentar de repente la superficie de objetos a muchos kilómetros de distancia, lo que a su vez calienta el aire circundante, lo que finalmente podría crear sonidos cerca del observador.
El proceso se llama acoplamiento fotoacústico y también puede observarse en objetos con baja conductividad, como hojas o hierba, que podrían calentarse rápidamente y transmitir calor al aire cercano y generar ondas de presión por sutiles oscilaciones que crean una variedad de sonidos. Según explican en el estudio:
Sonidos concurrentes con la llegada de un meteorito deben estar asociados con alguna forma de energía electromagnética generada por el meteoro, propagada a la vecindad del observador y transducida en ondas acústicas. Una sucesión de ondas de presión producidas por el impulso de luz puede manifestarse como sonido a un observador cercano.
Los experimentadores expusieron varios materiales, incluyendo paños oscuros y una peluca, a la intensa luz pulsante similar a la producida por una bola de fuego, obteniéndose así sonidos como pequeños susurros u hojas agitándose por el viento, lo cual confirma la hipótesis.
Ver todos los comentarios en https://www.xatakaciencia.com
VER 0 Comentario