Hoy en día, ir a una zapatería puede llegar ser un suplicio.
La mitad del calzado nos parece igual, ese par de zapatillas que tanto nos gusta tiene un precio por el que podríamos comprar un ordenador nuevo, y cuando nos acabamos decidiendo por una opción económica y estética, resulta que sólo tienen los números anterior y posterior al nuestro.
Es en ese momento cuando empezamos a pensar ideas absurdas como “no, en realidad me aprietan porque se tienen que dar”, o “bueno, esto con un calcetín gordo se soluciona”. Pero en nuestro interior sabemos que no será así.
Aparte, es de todos sabidos que cuando éramos pequeños y nuestras madres nos acompañaban a comprar un nuevo par de zapatos, siempre se compraban dos o tres tallas mayores, “por el estirón”.
Pero hagamos un pequeño viaje en el tiempo, hacia 1920, aproximadamente.
Entremos en esa zapatería, a ver qué modelos tienen.
Parecen todos bastante clásicos, así que escojamos unos al azar. Un 43, por favor.
Creo que estos me van perfectos, pero no sé si me hacen una forma rara… Vaya, el zapatero me está indicando que me acerque a esa caja de madera.
¿Dónde meto el pie? ¿Aquí?
No os lo vais a creer, pero este señor tiene en su tienda un completo aparato de rayos X. Mirad si no, mi piececito.
Puede parecer extraído de una novela de ciencia ficción del siglo anterior, pero hubo una época de nuestra historia reciente en la que se pusieron de moda este tipo de aparatos, llamados fluoroscopios.
Existen varias hipótesis sobre su origen, aunque hay una con mayor grado de aceptación.
Se cuenta que el doctor Jacob Lowe, de Boston, creó un dispositivo fluoroscópico para visualizar pies durante la Primera Guerra Mundial. El motivo era que existía la necesidad de acelerar el proceso de examinar a los militares que sufrían de alguna herida en esa zona, y para ello eliminaron la parte de quitarse los zapatos.
Tras la Guerra, modificó su máquina para un uso más comercial, y la presentó en una feria de zapateros en 1920. De ahí a su expansión por los Estados Unidos, no hubo que esperar mucho.
Y lo mismo pasó en Europa, donde paralelamente a Lowe, se creó el Podoscopio (Pedoscope en inglés, pero me niego a traducirlo como Pedoscopio).
En el próximo post, veremos un poco más a fondo la forma de utilizar este estrambótico aparato, y la importancia de la radiación que desprendía.
Mientras tanto, mantened los pies en caliente, que el frío ha venido para quedarse...
Más información | Shoe-fitting fluoroscope (en inglés)