Todos somos un poco robots, por mucho que intentemos diferenciarnos de ellos. Todos albergamos un buen número de características innatas, que vienen de serie, y que configuran gran parte de lo que somos y lo que pensamos.
Tal vez en los animales sea más evidente. Como los cachorros de perro labrador, que son capaces de localizar la mirada de su amo.
Los caballos pueden controlar su musculatura los suficiente para andar decentemente al cabo de pocos minutos de haber nacido.
Incluso hay algo así como algoritmos que vienen de serie para llevar a cabo conductas más complejas, como el ritual de apareamiento de una mosca de la fruta macho, que sigue a rajatabla a pesar de que nunca la haya visto hacer en nadie más.
El macho comenzará dirigiéndose hacia la hembra; si todo va bien, después empezará a seguirla. A continuación le dará unos golpecitos con las patas delanteras y, si aún no ha sido rechazado, le cantará una canción haciendo vibrar las alas. Luego procederá a lamer los genitales de su deseada pareja. En ese momento arrollará el abdomen y por fin consumará la relación.
Si observamos cómo se acicala un ratón corriente descubriremos que siempre sigue el mismo ritual: empezar por la cabeza, pasar al torso, a la región anal-genital y terminar en la cola. Este comportamiento es tan enlatado que, si incluso el ratón carece de patas al nacer, seguirá exactamente el mismo ritual.
En verano de 2002, científicos de la Universidad de Utah descubrieron un gen que desempeña el papel de modulación de la secuencia entera. Sin este gen, los ratones se acicalarían sin parar hasta llegar a arrancarse el pelo de la piel.
El proceso de acicalamiento del faisán asiático rojo todavía es más enrevesado, tal y como apunta Gary Marcus:
Cada dos días, tanto si lo precisa como si no, ese ave da rienda suelta a un proceso denominado “sacudida de polvo”, que es mucho más complejo que el elemental hacer espuma-enjuagar-y-repetir del reverso de nuestras botellas de champú. El faisán asiático no necesita modelos adultos, ni siquiera que haya polvo: efectuará la danza para sacudírselo incluso cuando haya sido criado de manera aislada sobre un suelo de tela metálica especial que impide que se acumule el polvo.
Bip—-bip—-bip
Vía | El nacimiento de la mente de Gary Marcus