Como os señalaba en la anterior entrega de este artículo, hay pruebas que sugieren que los genes desempeñan en el desarrollo de la mente humana más o menos el mismo papel que en la mente animal. Incluso hay trastornos de la mente y la conducta que pueden vincularse directamente a alteraciones de genes concretos.
Un sitio de Internet de los NIH (Institutos Nacionales de la Salud), cataloga literalmente miles de trastornos que pueden relacionarse con alteraciones de genes individuales. Por ejemplo:
-La fenilcetonuria, también conocida como PKU. (gen PAH)
-Diversas formas de lisencefalia. (gen ARX)
-La enfermedad de Huntington (llamada también corea de Huntington y conocida antiguamente como baile de San Vito), que es una enfermedad neurodegenerativa. En toda Europa hay unos 45.000 afectados. En Norteamérica, unos 30.000. (Triplete CAG del gen HD)
-El síndrome de Angelman, antiguamente llamado síndrome de la marioneta feliz, que es un trastorno que da lugar a un temperamento feliz acompañado de atraso mental grave y expresiones faciales inhabituales. (Disomía uniparental del cromosoma 15 (15q11-q13))
-Ciertas formas de Alzheimer y de la enfermedad de Parkinson.
En los denominados “trastornos de un solo gen”, se considera más bien que el gen responsable es un eslabón roto de una cadena compleja, no algo que se baste por sí mismo para la serie completa de episodios neuronales que dará origen a una conducta particular. En trastornos aún más complejos, como la dislexia, el autismo o la esquizofrenia, los síntomas acaso dependa de interacciones sutiles, difíciles de detectar, entre múltiples genes (y también el entorno), pero hay sobradas pruebas de que los genes desempeñan un papel importante en los orígenes incluso de estos trastornos.
Vía | El nacimiento de la mente de Gary Marcus