Todos sabemos que, por mucho que nos pasemos el día en la sala de musculación del gimnasio, no por ello nuestros hijos heredarán músculos más grandes. Sin embargo, hay aspectos de la realidad que pueden influir tanto en nuestro ADN que finalmente nuestra descendencia, durante generaciones, quedará marcada por ello.
Aspectos como una hambruna severa.
La teoría del “fenotipo ahorrador” nació a partir de un estudio de 1989 realizado por un médico investigador llamado David Barker, que analizó el destino de más de 5.600 hombres nacidos entre 1911 y 1930 en seis distritos de Hertfordshire, en el sur de Inglaterra. Los individuos que, durante el parto y al año de vida, tuvieron un peso más bajo, de adultos tenían una tasa de mortalidad por cardiopatía isquémica más elevada.
Es decir, que parecía importar tanto o más tus condiciones al nacer que tu estilo de vida.
Lo que descubrió Barker fue la posibilidad de adaptación a la hambruna.
El cuerpo de un bebé malnutrido, que tiene la impronta de una experiencia prenatal, nace “esperando” un estado de carencia alimenticia a lo largo de su vida. El metabolismo del bebé se orienta a ser bajo, a ahorrar calorías y a evitar el ejercicio excesivo. Cuando, sin embargo, el bebé se encuentra con un periodo de abundancia, lo compensa creciendo con rapidez, pero de tal forma que supone un esfuerzo excesivo para su corazón.
Otro experimento accidental sobre este tema se produjo en la hambruna devastadoras de siete meses de duración que se produjo en Holanda durante la Segunda Guerra Mundial: se llamó el invierno del hambre. Más de 10.000 personas murieron de hambre.
Años después lo que más llamó la atención de los investigadores médicos fue el efecto que esa hambruna inesperada tuvo sobre los nonatos. Durante ese periodo de hambruna, unas 40.000 personas se encontraban en el seno materno, y todos los datos respecto al peso que tuvieron al nacer y a su salud posterior están registrados.
Los datos registrados fueron estudiados por investigadores de la Universidad de Columbia. Los únicos bebés que tuvieron bajo peso al nacer fueron los bebés que durante la hambruna se hallaban en el tercer trimestre de la gestación.
Esos bebés crecieron con normalidad pero más tarde padecieron diabetes, seguramente debida al desajuste producido entre su fenotipo ahorrador y la abundante y sabrosa comida del mundo de la posguerra. (…) Tuvieron a su vez bebés inusualmente pequeños.
Es decir, que lo que podría explicar que la tasa de mortalidad por enfermedad cardiaca es casi cuatro veces más alta en Finlandia que en Francia es que a los seres humanos les cuesta varias generaciones pasar del fenotipo ahorrador al opulento. En la década de 1870, el gobierno francés empezó a suplementar las raciones de las embarazadas después de la Guerra Franco-Prusiana.
En comparación, los finlandeses vivieron en la pobreza hasta hace cincuenta años. Quizá sean las dos primeras generaciones que experimentan la abundancia las que padecen enfermedades cardiacas.
Esto también explicaría que en Gran Bretaña, bien alimentada desde hace menos tiempo que EEUU, tenga tasas mortalidad por enfermedades cardiacas elevadas cuando en EEUU están disminuyendo.
Vía | Qué nos hace humanos de Matt Ridley