El dopaje es un tema candente en el deporte. Se supone que tomar determinadas sustancias hace que nuestro cuerpo sea más eficiente pero, por otro lado, son también peligrosas. Se empieza haciendo dietas especiales, entrenando más horas de lo normal, tomando suplementos vitamínicos o barritas energéticas y se acaba haciendo cualquier cosa por ganar. Y si es así, ¿hasta dónde llegarías? ¿dónde está el límite? ¿Y si fuera en algún otro aspecto de la vida como siendo estudiante o trabajando y poder hacerlo más horas sin cansarte? Algunas universidades, incluida Cambridge, han propuesto hacer controles antidopaje antes de los exámenes.
Hay casos que quizás no estén dentro de las tácticas prohibidas pero que plantean preguntas de tipo ético. Por ejemplo, Novak Djokovic utilizó en 2011 una cámara de presión que simulaba los efectos que las altitudes tienen en el cuerpo humano y dicen que es dos veces más efectiva que el dopaje sanguíneo. Cuesta más de 50.000 dólares y sólo hay 20 en el mundo. ¿Es justo que un tenista haga eso porque puede permitírselo?
Hay casos todavía más complejos.
Imaginemos que un deportista tiene alguna mutación genética que le da una ventaja adicional. Un caso de estos se dio en los Juegos Olímpicos de Tokio. Una excepcional atleta polaca llamada Ewa Klobukowska de 21 años ganó el bronce en 100 metros lisos y el oro en relevos. Aunque era plana de pecho su cuerpo exteriormente era de mujer. Decían que tenía algunas características masculinas como músculos más largos y más fuertes que los de las mujeres en general. Se le hizo un análisis en 1967 por 3 médicos rusos y 3 húngaros. Todos ellos llegaron unánimemente a la misma conclusión: "había un cromosoma de más".
Fue la primera atleta de la historia que no pasó un control de sexo. Por supuesto, Ewa no tenía ninguna culpa de ser como era, pero tampoco sería justo y deportivo enfrentarla a mujeres, ¿o quizás sí?.
Hay más casos. La miostatina es una proteína natural que detiene la formación de músculo. El año 2004 se dio a conocer el caso curioso de un niño alemán que ya desde pequeño estaba desarrollando masa muscular mucho más rápidamente de lo normal. Un análisis genético demostró que tenía una mutación en el gen que fabrica la miostatina. A consecuencia de ello, tenía unos niveles muy bajos de esta proteína lo que lo convertía en un superboy.
Curiosamente, su madre, que había sido una atleta profesional, también tenía la mutación. La pregunta es: ¿deberían prohibir a esta familia participar en competiciones debido a su ventaja genética?
Eero Mäntyranta: la mutación genética pre-EPO
Otro caso fue el del esquiador de fondo finés Eero Mäntyranta. En los Juegos Olímpicos de Invierno de los años 1960, 1964, y 1968 ganó un total de 7 medallas: 3 de oro, dos platas y dos bronces; aparte de que durante el mismo periodo también ganó dos campeonatos del mundo en la carrera de 30 kilómetros. En los Juegos Olímpicos de 1964 batió a su rival más cercano en la carrera de 15 kilómetros por un margen de 40 segundos. Un margen que según David Epstein, autor de The Sports Gene, fue un margen "nunca igualado desde entonces en los Juegos Olímpicos".
Resulta que Mäntyranta tenía una mutación genética que hacía que generase entre un 40% y un 50% más de glóbulos rojos de lo normal: justo el efecto que se busca cuando un deportista se inyecta EPO.
Pensando en estos dos últimos casos: si fuera posible practicarse uno un tratamiento que nos bloqueara ese gen productor de la miostatina utilizando métodos científicos, ¿lo veríais correcto si no se hubiera tenido la suerte de haber nacido con esa mutación? ¿no sería como equilibrar la balanza?
El ciclista Tyler Hamilton, uno de los principales gregarios de Lance Armstrong, se preguntaba cómo es que un deporte en el que no hay problemas con la inducción voluntaria de la anorexia como una medida para mejorar el rendimiento, sea tan molesto si los atletas se inyectan a sí mismos su propia sangre. Tanto uno como otro querían tener las características que tenía Eero Mäntyranta, pero no tenían su mutación genética y lo probaron con métodos no legales. ¿Por qué una cosa sí y la otra no?
Por un lado, si pensáis que esta gente con estas mutaciones no debería poder participar en competiciones he de recordaros que esto no es muy diferente a haber nacido con las piernas más largas o con un físico que tiene más resistencia o más altura a la hora de jugar al baloncesto. Y si pensáis que sí debe poder participar sin problemas entonces, ¿por qué no permitir a los demás equilibrar la balanza aunque sea con métodos artificiales?
La respuesta no es sencilla, pero es un tema en el que vale la pena reflexionar.
Fuente | Salvador Macip, Los dilemas morales de la ciencia
Fuente | Isaac Asimov, Los lagartos terribles y otros ensayos científicos
Fuente | Malcolm Gladwell, Man and Superman (The New Yorker)
Fuente | Neoteo
Foto | Ewa Klobukowska genderverification.blogspot.com.es)
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