Estamos al frente del paradigma de nuestra especie, un salto evolutivo: superar al Homo sapiens, por primera vez en la historia, prescindiendo de la ciega evolución natural.
Durante 4.000 millones de años, la selección natural ha estado reajustando nuestros cuerpos en aras de sobrevivir, facilitando que pasáramos de ser reptiles a mamíferos, y finalmente a sapiens. Pero no hay razón para pensar que los sapiens sean el último paso.
Cambios a voluntad
Cambios relativamente pequeños en genes, hormonas y neuronas fueron suficientes para transformar a los Homo erectus (incapaces de ir más allá de los cuchillos de sílex) en Homo sapiens. Reescribiendo nuestro código genético lograremos reconectar circuitos cerebrales, modificar el equilibro bioquímico e incluso hacer que nos crezcan extremidades nuevas.
Con todo, un paso previo a todo esto será la selección in vitro: la reproducción sexual es una tómbola genética, pero la investigación en células madre nos permitirá crear una provisión ilimitada y barata de embriones humanos, y podremos seleccionar a nuestro bebé entre cientos o miles de candidatos, todos los cuales portarán nuestro ADN y serán perfectamente naturales, y ninguno de los cuales requerirá ninguna ingeniería genética futurista. Simplemente con este proceso, la humanidad, en un par de generaciones, dará un pequeño salto evolutivo hacia la inteligencia y la salud.
Según cálculos de Nick Bostrom, publicados en su libro Superinteligencia, grandes cantidades de datos estadísticos nos permitirán establecer correlaciones genéticas con rasgos concretos, como la inteligencia. Las naciones se enfrentarán a la posibilidad de convertirse en remansos cognitivos y quedarse atrás en lo referente a científicos, militares, y concursos de prestigio económicos respecto a los competidores que adoptaran las nuevas tecnologías de mejora humana.
Los individuos de una sociedad verían cómo las plazas de las escuelas de élite se llenan de niños seleccionados genéticamente (que también pueden en promedio ser más guapos, más saludables y más conscientes) y querrán tener las mismas ventajas para sus propios hijos.
Homo transgenicus
Prevención y anticipación. Eugenesia embriológica. Ese nivel de eugenesia ya se usa hoy en día, en diagnósticos genéticos en procesos de fertilización in vitro a fin de detectar embriones con tendencias a desórdenes como la enfermedad de Huntington. También se usa este tipo de selección para escoger el sexo.
Tras este proceso de selección y sustitución, el siguiente paso potencial será la corrección, anteriormente descrita. Por ejemplo, las aplicaciones más actuales que se han hecho ha sido modificar genéticamente bacterias que vivan en el sistema digestivo del ser humano en un lapso mínimo de 6 meses a 1 año, con el objetivo de disminuir el apetito. Dejaremos de ser humanos para ser Homo transgenicus.
En definitiva, esta clase de ingeniería genética nos permitirá tomar las riendas de nuestro futuro y evitar los errores y las mutaciones aleatorias que produce el azaroso proceso de la selección sexual a través del caprichoso proceso de la reproducción sexual.
Finalmente, stos avances producirán grandes avances en la longevidad, y eventualmente la inmortalidad.
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