La edad a la que perdemos la virginidad suele ser muy variable, así como el número de hijos que tendremos, o nuestra entrada en la pubertad. Todos esos factores parecen más bien ambientales: dependerán de la educación, la crianza, nuestras amistades, etc. Sin embargo, nuestra dotación genética también podría determinar esos factores.
Es lo que sugiere un reciente estudio elaborado por científicos del Consejo de Investigación Médica de la Universidad de Cambridge (Reino Unido). Nuestras aventuras sexuales, pues, vendrían parcialmente influidas por 38 variaciones genéticas asociadas a comportamientos sexuales y reproductivos.
Este estudio, publicado en la revista Nature Genetics, es el primero que aborda estos factores sexuales desde un punto de vista genético, y no ambiental. Para llevar a cabo el trabajo, se analizaron los datos procedentes del ADN de más de 380.000 sujetos. 125.000 de ellos (59.000 varones y 66.300 mujeres) en un biobanco británico, otros 241.000 en un registro poblacional de Islandia y, finalmente, otros 20.000 sujetos estadounidenses.
La edad de iniciación al sexo y la edad del primer parto, por ejemplo, tenían un componente genético moderado, viéndose influenciadas ambas por el inicio de la pubertad. Tal y como explica Ken Ong, coautor del estudio:
Un ejemplo es una variante genética encontrada en CADM2, un gen que controla la actividad cerebral. Esa variante se ha asociado con una personalidad más proclive a correr riesgos, y también con la precocidad sexual y con un mayor número de hijos.
Los genes, pues, tienen un papel moderado en nuestros incios sexuales, pero no se pueden desdeñar, lo que podría ayudar a desarrollar estrategias más efectivas para la educación sexual y la salud pública.
Además, el momento en el que se produce la pubertad ha caído desde los 18 años en 1880 hasta los 12,5 años en 1980, una disminución causada por los cambios en la nutrición y el tamaño del cuerpo, entre otros.
Ya se ha demostrado que la pubertad precoz y el rápido crecimiento infantil afectan negativamente a los riesgos de padecer enfermedades durante la edad adulta. Pero ahora se han señalado los factores que pueden perjudicarnos a edades más tempranas, incluyendo el comienzo precoz de las relaciones sexuales o un nivel educativo más bajo.
Vía | El Mundo
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