Henrietta Lacks fue una afroamericana de familia humilde, analfabeta y descendiente de esclavos. Cuando murió de cáncer de cuello de útero el 4 de octubre de 1951, fue enterrada en una tumba sin lápida cuyo emplazamiento exacto ni siquiera conocemos, en Lackstown, Virginia. Sin embargo, tras su muerte, Henrietta ha salvado muchas vidas y ha generado millones de dólares de beneficios, a pesar de que ella fue pobre.
Y todo fue por sus células. Henrietta padecía un tumor cancerígeno cuando acudió al médico. Allí le tomaron sin su permiso unas muestras de sus células, que hoy en día siguen vivas y que se han reproducido a un ritmo tal que su masa total supera ya la que tuvo en su día el cuerpo vivo de Henrietta: se calcula que se han producido aproximadamente 50 toneladas métricas de material celular.
Por primera vez en la historia, se había conseguido mantener en cultivo continuo un tejido tumoral humano, la primera línea celular inmortal.
Y es que las células de Henrietta, conocidas con el nombre de HeLa, han servido para desarrollar la vacuna contra la polio, realizar importantes avances en campos como la clonación, cáncer, sida, los efectos de la radiación o sustancias tóxicas y han generado más de 17.000 patentes que producen fortunas y casi 60.000 publicaciones científicas en todo el mundo. Además del desarrollo del medicamento Herceptin® contra el cáncer de mama. Incluso sus células han sido enviadas al espacio.
¿Por qué precisamente céulas HeLa? Por su facilidad de cultivo y su docilidad de manejo. Las células crecen con una robustez extraordinaria, doblando su número cada 24 horas, y tal es su éxito, que superan a cualquier competidor en el medio.
Tal es el éxito de las HeLa, que incluso un biólogo evolucionista llamado Leigh Van Valen propuso con cierta polémica que fueran aceptadas como una nueva especie: Helacyton gartleri. Para defender su postura, se basaba en que las células presentan un cariotipo estable de 82 cromosomas, frente a los 46 humanos, y un genoma quimérico que fusiona el humano con el del virus del papiloma 18, el causante de la enfermedad de Henrietta.
La familia de Henrietta no se enteró de su “inmortalidad” hasta 20 años después de aquella biopsia, cuando los científicos se pusieron en contacto con su marido e hijo para proseguir las investigaciones.
Una de las hijas de Henrietta, llamada Elsie, murió en una institución mental a la edad de 15 años sin contar con seguro médico.
Vía | La vida inmortal de Henrietta Lacks de Rebecca Skloot | Público