Los tomates somos gente muy resistente, unos supervivientes que con el paso del tiempo nos hemos ido haciendo cada vez más fuertes, esto ya lo sabíamos, ¿por qué sino no hay ningún Capitán Patata?
Fuera ya de bromas, una investigación, en la que ha participado el CSIC, ha completado la secuenciación del genoma del tomate de cultivo (Solanum lycopersicum) y de la versión silvestre (S. pimpinellifolium). Entre sus diferentes cadenas de adenina, guanina, citosina y timina, el tomate presenta indicios de haber sufrido varias duplicaciones.
El estudio ha sido posible gracias al trabajo de más de 300 científicos de 13 países y publicado en la revista Nature.
Antes que nada remontémonos al principio, originalmente el tomate era una pequeña baya que sólo crecía en algunas regiones de América del Sur, siendo el pariente vivo más cercano es el S. pimpinellifolium.
Tras la secuenciación de esta especie se ha descubierto que solo existe una divergencia del 0,6% entre ambos genomas, lo que indica que solo hay seis cambios por cada mil nucleótidos, esto significa que ambas especies se separaron aproximadamente hace 1,3 millones de años.
El ADN del tomate posee unos 35 mil genes que se expresan a lo largo de unos 900 millones de pares de bases. El análisis del contenido genético del tomate indica que este sufrió varias triplicaciones consecutivas hace unos 60 millones de años.
Este hecho fue el que podría haber salvado al tomate de la última gran extinción masiva que acabó con el 75% de las especies del planeta, entre las que se incluyen los dinosaurios
Según Antonio Granell, investigador del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas Primo Yúfera (centro mixto del CSIC y la Universidad Politécnica de Valencia).
Según el investigador, las duplicaciones del genoma son un mecanismo para generar nuevas características:
Si a partir de una tijera quieres crear una sierra, puedes alterar la tijera para que se parezca a una sierra, pero te quedarás sin la tijera; para evitar esta pérdida, lo que la naturaleza hace es duplicar la tijera y aplicar los cambios en una de las copias de forma que no pierdas la estructura original en caso de que dicho cambio no beneficie a la especie
Con el paso del tiempo, el contenido genético repetido y el que se ha quedado obsoleto a causa de las nuevas funciones se remodela poco a poco.
El hallazgo de estas diferencias, junto al mayor nivel de detalle en la genética del tomate común, permitirá mejorar su producción y cultivo.
Más información | Sol Genomics Network
Vía | CSIC