Nicholas A. Christakis y James Fowler, autores de Conectados, del que he extraido muchos artículos publicados en Genciencia acerca de cómo escogemos a los amigos y cómo éstos influyen en nuestro estilo de vida hasta límites insospechados: salud, felicidad, hábitos, ideología, etc., han vuelto a la palestra con un nuevo experimento que sugiere que los genes influyen a la hora de forjar nuestro círculo de amistades.
Para realizar el estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, analizaron marcadores genéticos en 6 genes y compararon su semejanza en individuos que tenían una amistad y en aquéllos que no tenían ninguna relación, usando información procedente de dos estudios independientes de salud estadounidenses. Estas bases de datos contenían información detallada de varias secuencias del genoma de los individuos y también de sus redes sociales.
Nicholas Christakis, investigador de la Universidad de Harvard y coautor del trabajo, asegura además que en términos evolutivos puede ser beneficioso tener amigos con un patrón genético similar. Por ejemplo, si varios amigos son menos susceptibles a infecciones bacterianas, la salud del grupo aumentará.
Los resultados del estudio mostraban de forma clara que la unión de los grupos humanos en función de su base genética excede la que sería esperable sólo por criterios de estratificación poblacional o de localización en la misma área geográfica. Por ejemplo, los investigadores descubrieron que los individuos que portaban el marcador DRD2 (asociado con el alcoholismo) tendían a ser amigos de otros positivos en DRD2, mientras que quienes carecían del gen lo eran de los individuos negativos para este marcador.
Por otro lado, las personas que tenían un gen asociado con una personalidad abierta tienden a ser amigos de quienes carecen de ese gen. Y aquellos predispuestos genéticamente para ser líderes, tienden a unirse con individuos cuyo ADN está asociado con ser seguidores.
Vía | El Mundo