Ford Fairlane decía aquello de “tanto gilipollas, y tan pocas balas”, lo cual es muy cierto (incluso teniendo en cuenta el sesgo Lago Wobegon). Pero ¿cómo podríamos incrementar la inteligencia de la gente?
Una solución drástica pasa por la eugenesia, una locura wagneriana que ha excitado a personajes como Hitler. Sin embargo, quizás las cosas podrían hacerse de otro modo más aceptable.
Eugenesia embriológica
La eugenia moralmente reprochable tiene que ver con campos de concentración, o programas de control de los patrones de apareamiento. Pero la eugenesia también podría empezar a aplicarse a nivel de embriones o gametos.
Ese nivel de eugenesia ya se usa hoy en día, en diagnósticos genéticos en procesos de fertilización in vitro a fin de detectar embriones con tendencias a desórdenes como la enfermedad de Huntington. También se usa este tipo de selección para escoger el sexo. O para coincidir el tipo de antígeno leucocitario con el de un hermano enfermo para que sea beneficiario de una donación de células madre del cordón umbilical del recién nacido.
Teniendo en cuenta que las capacidades cognitivas tienen un fuerte componente hereditario, y si consideramos una enfermedad la falta de inteligencia, ¿sería una postura moralmente menos reprochable?
Aumentando el CI de la humanidad
Según cálculos de Nick Bostrom, publicados en su libro Superinteligencia, grandes cantidades de datos estadísticos nos permitirán establecer correlaciones genéticas con rasgos concretos, como la inteligencia. Con todo, llegados a este punto, aún deberemos resolver todas las cuestiones morales que atañen a esta nueva superdotación.
Pero puede que haya países que lleven a cabo esta selección de embriones y países que no lo hagan:
Las naciones se enfrentarán a la posibilidad de convertirse en remansos cognitivos y quedarse atrás en lo referente a científicos, militares, y concursos de prestigio económicos respecto a los competidores que adoptaran las nuevas tecnologías de mejora humana. Los individuos entro de una sociedad verían cómo las plazas de las escuelas de élite se llenan de niños seleccionados genéticamente (que también pueden en promedio ser más guapos, más saludables y más conscientes) y querrán tener las mismas ventajas para sus propios hijos.
Son temas espinosos que deberemos abordar dentro de poco tiempo. Y, como en todo, el debate nunca será satisfactorio, pero sí mucho más productivo en tanto en cuanto atesoremos mejor información sobre todos los pros y contras.
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