En la naturaleza, al menos estéticamente, se ha encontrado chucherías. Es el caso de las Colinas de Chocolate (Chocolate Hills). Desde lejos, estas insólitas formaciones geológicas de Bohol, Filipinas, parecen conformar una enorme caja bombones de chocolate belga, aunque al paladar seguro que no saben como tal.
En una superficie de más de 50 kilómetros contemplaréis 1.268 colinas con forma de cono. Como esos cucuruchos que son rellenados por helado cremoso de chocolate. Tal es el atractivo turístico de estas colinas en Bohol, que el lugar no sólo ha sido propuesto para su inclusión en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, sino que aparece reflejado en la bandera y en los sellos provinciales.
Un examen más minucioso nos revela que, obviamente, no se trata de más de mil gigantescos bombones naturales sino de colinas normales. La razón de su tentador aspecto todavía no se conoce del todo, pero se supone que las formaciones geológicas se originaron en los fondos oceánicos hace millones de años, y que los movimientos tectónicos elevaron todas estas colinas submarinas hasta la superficie. La erosión continua de la lluvia y el viento fueron suavizando la superficie de estas rocas blancas de caliza, hasta que adquirieron este aspecto artificial.
El césped que cubre las colinas se vuelve marrón durante la estación seca, así que su momento más parecido al chocolate es en mayo. La sensación de artificialidad se agudiza cuando se contempla el paisaje desde lejos: todas las colinas tienen una altura y un diámetro muy similares entre sí, y están unas junto a las otras, como pequeñas pirámides cónicas de alguna civilización antigua que rindiera culto al chocolate.
La leyenda filipina, sin embargo, tiene una explicación alternativa: que las colinas son las lágrimas secas de un gigante llamado Arogo, que lloró y lloró tras la muerte de su amada. Según el tipo de luz y la época, más que bombones o lágrimas, la isla me parece un campo minado por esas elevaciones de arena que indican la presencia de nidos subterráneos de hormigas.
Dos de las colinas de chocolate son resorts, y en una hay una estación con unas vistas de postal que forma parte del Complejo Chocolate Hills, que acoge también un hostal, una piscina y un restaurante. Para subir a uno de estos cúmulos marrones se han dispuesto 214 escalones.
Vía | 101 Lugares increíbles