Si nos remontamos unos 4.500 millones de año la Tierra no estaba completamente fundida. De manera que se separó, de un lado, el núcleo y de otro, la corteza rocosa. O eso dicen las conclusiones de un nuevo método denominado “tomografía computarizada con rayos X a nanoescala y alta presión“. Este sistema es capaz de tomar imágenes en tres dimensiones procedentes de muestras pequeñas de material bajo presiones extremas.
La física Wendy Mao lidera este trabajo junto a profesionales del SLAC National Accelerator Laboratory de EE.UU. Este novedoso método es capaz de medir por primera vez las interacciones entre el hierro y los materiales de silicato a muy altas presiones y temperaturas. Y tiene como objetivo ayudar a contar la historia de la gran transformación que sufrió la Tierra.
Los científicos coinciden en que la Tierra, inicialmente, fue una esfera homogénea de material muy caliente. Esto explica que en un determinado momento se produjo la diferenciación entre capas, tal y como sabemos hoy en día.
La corteza, el manto, etc, son capas rocosas y ricas en silicatos, mientras que el núcleo es fluido y rico en hierro. Tanto el silicato como el hierro se separaron de esta homegeneidad y fueron a parar a sitios distintos en algún momento, pero no se sabe cómo se separaron, ni cómo se comprimieron.
Si el planeta se calienta lo suficiente para fundir ambos elementos, habría sido bastante fácil, por la diferencia de densidad, enviar al fondo el hierro y los silicatos a la cima. Pero, si por el contrario, la temperatura no era lo suficientemente caliente como para fundir los silicatos, se ha propuesto que el hierro fundido podría haber sido capaz de moverse entre los minerales de silicato.
Existen algunos resultados interesantes pero, como buenos científicos, tienen que probar varias veces antes de sacar una conclusión final.
VíA: world.edu