A partir de enero de 2002 cada vez resulta más fácil saber la localización exacta de cualquier vértice geodésico de España. Desde la página en Internet del Instituto Geográfico Nacional. Al principio, las búsquedas se circunscribían a simples recopilaciones de datos con información de vértices geodésicos de Tercer Orden, con un servidor de mapas que ofrecía cartografía del entorno de cada vértice. En abril de 2003, no obstante, ya se había incorporado la red REGENTE y una base de datos con toponimia, de manera que es posible efectuar búsquedas por lugares, creando listados de vértices que se hallan a una distancia aproximada inferior a 20 kilómetros del lugar indicado.
Habría que esperar hasta enero de 2007 para que las búsquedas de los usuarios pudieran realizarse online, sin la necesidad de solicitarla por correo electrónico. El sistema de búsqueda es bastante sencillo, pero con el tiempo prometen que se implementarán aplicaciones gráficas para mejorar la interacción del usuario con los datos.
La búsqueda, además, se puede hacer por el nombre del vértice, su número, por la provincia y municipio en el que se encuentra o por simples coordenadas. Los resultados ofrecidos para cada vértice son:
• Número, nombre, municipio y provincia a la que pertenecen.
• Coordenadas geográficas y UTM y fecha de compensación.
• Características físicas del pilar del Vértice.
• Breve descripción de su situación.
Para probarlo yo mismo, en este instante he realizado una búsqueda desde donde me encuentro: Calafell, en la provincia de Tarragona. Tras introducir los datos, la base de datos (compuesta por 11.274 vértices geodésicos en Península, Baleares y Canarias) me informa que existe un vértice en los aledaños, cuyo nombre es El Pujal, que se sitúa en la parte más elevada del monte Pujal, en un llano y junto a una torreta metálica.
Como curiosidad para quienes deseen tener toda la base de datos en su propio ordenador, desde la página web El rincón de Canopus se puede descargar un listado con los 11.247 vértices, para así, por ejemplo, poderlos introducir en la aplicación online GoogleEarth y contemplarlos sobre el mapa. También es una ociosa manera de cotejar la calibración de los mapas de GoogleMaps: se supone que, entre otras cosas, ésa es la utilidad de los vértices geodésicos.
En resumidas cuentas, los vértices geodésicos son como brújulas inequívocas, como atalayas desde las cuales puedes ver el mundo con mayor perspectiva. Inmutables. Cubriendo toda la Tierra. Punteándola. Desde el cielo, incluso, podríamos ir uniendo todos los puntos hasta que surgiera alguna clase de dibujo, como esos dibujos infantiles que nacen de la unión mediante líneas rectas de un batiburrillo de puntos numerados. Los unes con líneas, siguiendo el orden establecido, y al final aparece de la nada una casa, un árbol, la sonrisa de Cheshire o cualquier otra imagen deslavazada, como las del test de Roschard.
Pero la imagen verdaderamente fascinante no es ésa. La imagen realmente fascinante es cómo se llegaron a colocar todos los vértices del planeta. La empresa, sin duda, debería ser tan épica o más que la construcción del ferrocarril o las carreteras, sobre todo por lo difícil que debería ser ascender hasta ciertas cumbres. Imaginad transportando hasta 1.500 metros de altura más de 400 kilogramos de hormigón, sacos de cemento, picos, palas, porteadores, burros tirando del material, sudores y protestas, poleas, cuerdas, cadenas humanas. Tal y como algunos creen al contemplar las pirámides de Egipto, da la impresión de que los vértices hayan sido situados allí por manos extraterrestres. Pero no es así, porque el ingenio humano supera siempre con creces el ingenio con el que dotamos a las inteligencias extraterrestres, pues éstas no dejan de ser proyecciones fantásticas de nosotros mismos.
Aún hoy se siguen instalando vértices geodésicos en lugares tan remotos que nadie de nosotros podrá verlos nunca. Como los diseminados en 2008 por Manuel Berrocoso, del Departamento de Matemáticas de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Cádiz, que en su campaña antártica intenta determinar la deformación tectónica de las islas Shetland del Sur.
Para ello, el grupo dirigido por Berrocoso ha plantado vértices geodésicos en diferentes lugares de las Shetland: isla Decepción, Livingston, Greenwich, Robert, Nelson, Rey Jorge, Media Luna, Penguin, Low y Snow (muchas de ellas parecen tener nombres de enanitos de cuento). Estos vértices tienen acoplados unos receptores GPS que permitirán determinar con gran precisión un posible movimiento de las islas debido a las actividades sísmicas de la Antártida (en isla Decepción, por ejemplo, se contabilizan una media de 20 pequeños terremotos diarios).
Allí no hay seres humanos, pero a partir de ahora habrá esos ingenios creados por entidades extraterrestres del planeta Cerebro.
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