Con Los ángeles que llevamos dentro, el nuevo y monstruoso nuevo libro de Steven Pinker (tiene más de mil páginas y casi un diez por ciento de las mismas están dedicadas a la bibliografía y las referencias de los estudios mencionados), la idea de que estamos viviendo en momento menos violento de la historia, y que las sociedades son menos violentas a medida que abandonan el ámbito rural y se integran en la civilización del primer mundo, si bien sigue siendo exótica para muchos intelectuales, aparece más reforzada que nunca.
Así que la obra de Pinker ha sido la guía para escribir artículos como ¿Por qué la gente que vive en Estados Unidos es tan violenta? o De cómo el Salvaje Oeste era peor de lo que creemos, pero las mujeres consiguieron que fuera un lugar mejor.
Creo también que la idea de que somos menos violentos ahora que antes resulta tan contraintuitiva, que tiende a provocar rechazo. Pinker da unas pinceladas acerca de este sentir general:
La mente humana tiende a calcular la probabilidad de un acontecimiento a partir de la facilidad con que puede recordar ejemplos, y las escenas de carnicerías tienen más probabilidades de llegar a hogares y grabarse en la mente de sus habitantes que las secuencias de personas que mueren de viajes. Con independencia de lo pequeño que sea el porcentaje de muertes violentas, en números absolutos siempre habrá las suficientes para llenar el telediario de la noche, de modo que la impresión de la gente respecto a la violencia no se corresponderá con las proporciones reales de dicha violencia.
Pinker, además, no se limita a verter afirmaciones, sino que aporta cifras, conecta conjunto de datos y ofrece gráficas, dividiendo la reducción de la violencia desde distintas vertientes: la familia, el barrio, entre tribus y otras facciones armadas, y entre países y estados importantes.