Hay individuos tontos e individuos inteligentes, cultos e incultos, independientes y gregarios. Sin embargo, cuando los individuos se arremolinan en un grupo de gente, en una masa informe, entonces parece sacar lo peor de ella: son más tontos, incultos y gregarios que lo fueron individualmente. Ya lo decía el filósofo Gustavo Bueno: 100 individuos, que por separado pueden constituir un conjunto distributivo de 100 sabios, cuando se reúnen pueden formar un conjunto atributivo compuesto por un único idiota.
No obstante, James Surowiecki, en su libro Cien mejor que uno, nos sugiere que esta idea popular no es cierta. O no del todo. La gente puede ser imbécil en grupo, pero también puede ser mucho más brillante, en conjunto, que cada uno de sus componentes. El secreto para obtener uno u otro resultado radica en cómo está organizada esa gente, haciendo prevalecer la diversidad, la libertad, la independencia y las jerarquías flexibles. Por eso existen cosas como Wikipedia.
Surowiecki, un experto en el tema, aporta ejemplos de ello en todas las áreas inimaginables, desde la política hasta la inteligencia militar, pasando por la enconomía o los problemas cotidianos. Tras la lectura de Cien mejor que uno, empieza a florecer en ti la sospecha de que, quizá, el ser humano del futuro no será un individuo, sino una red de pares colaborativa 2.0. Y que esa estructura será la única capaz de salvarnos de nosotros mismos.
Sea como fuerte, Cien mejor que uno nos ha inspirado para escribir artículos como:
-Las hormigas que daban vueltas, vueltas y vueltas hasta morir
-¿Por qué el precio del cine es tan caro?
-¿Cómo saber si el bar al que vamos estará lleno justo esta noche?
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