Libros que nos inspiran: 'El científico loco' de Luigi Garlaschelli y Alessandra Carrer

Tanto el cine como la cultura popular en general ha entronizado la figura arquetípica del científico como la de un tipo despistado con los pelos disparados hacia todos los puntos cardinales del mundo, en el mejor de los casos, o como un mad doctor con ínfulas de destruir el mundo, en el peor.

Espoleados por el síndrome de Frankenstein, cierto tufo posmodernista y un terror reverencial a jugar a ser dioses, pues, la idea que tenemos ahora de un científico es la de un "científico loco". Y esto es cierto hasta determinado punto, y, además, una pequeña dosis de locura siempre viene bien para dar un salto cuántico a nivel científico o tecnológico, tal y como explican Luigi Garlaschelli y Alessandra Carrer en su libro titulado precisamente El científico loco.

Genio y locura

Escrito de forma aviñeteada, los autores de El científico loco deslizan píldoras biográficas o curiosidades del ámbito de la investigación científica en capítulos muy breves, de no más de tres páginas, ideales para leer desordenadamente, a medida que los títulos o los temas abordados llamen la atención.

No deja de ser El científico loco, pues, un compendio de curiosidades sin más, escritos de forma directa y sin florituras, pero eso no quita que sea disfrutable y que, entre sus páginas, encontremos muchos retazos de la historia de la ciencia que seguramente no conocíamos. Por eso, ha sido fuente de inspiración para escribir artículos en Xataka Ciencia como Jeremy Bentham: el filósofo que quiso momificarse para ser exhibido en la universidad.

La literatura primero, pero también el cine y el cómic, han hecho de la figura del "científico loco" un estereotipo que reconocemos con facilidad. Sin embargo, como todos los estereotipos, se funda en una amalgama de imaginaciones y habladurías provenientes de personajes y hechos reales que les dieron pie. Nacido con la ciencia "moderna", se nutre desde el siglo XVIII de centenares de personajes y experimentos, a veces peligrosos, a veces geniales, a veces ridículos, que, motivados siempre por el deseo de conocer, de comprender, de saber, han transitado de forma arriesgada zonas vidriosas limítrofes con la ética, con las convenciones al uso y con la ortodoxia con suerte desigual. Petrificadores, resucitadores, pesadores de almas, trasplantadores, lobotomizadores, experimentadores de drogas y otros hallan espacio en estas páginas que dan acceso a unos de los capítulos más llamativos y provocadores de la historia de la ciencia.

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