En la línea de El hombre anumérico de John Allen Paulos, en El misterio de los números no encontraréis aburridas disquisiciones sobre las matemáticas teóricas, sino un acercamiento amable a su aplicación práctica. Para abordar las matemáticas de una forma tan divulgativa, su autor, Marcus du Sautoy, emplea su gran experiencia como catedrático de matemáticas en la Universidad de Oxford.
Para invitaros a probarlo, he aquí algunos de los títulos de los capítulos que alberga Los misterios de los números: ¿Cómo salvaron las matemáticas a Tintín?, ¿Puede una mariposa matar a miles de personas?, Cómo usar los códigos para leer el pensamiento, cómo ver en cuatro dimensiones, ¿Por qué un copo de nieve tiene seis brazos?
Naturalmente, el libro también nos ha inspirado para escribir artículos en Xataka Ciencia, como Bob Dylan, las cigarras y los números primos o Buscando el balón de fútbol más redondo del mundo.
Consciente de que en la sociedad hay una gran división entre los que se declaran de "ciencias" o de "letras", el autor ha intentado plasmar la teoría con ejemplos prácticos, algunos cotidianos, que también competen a los de "letras", acaso para llamar su interés y demostrarles que las matemáticas también son útiles para los no matemáticos. Porque, tal y como señala Ben Miller en su libro No hace falta ser como Einstein, dividir a la gente en “de letras” o “de ciencias” no es eficiente, y debemos apostar por un alfanumerismo que solo los epistémicamente hambrientos cultivan a expensas de las divisiones académicas:
Siempre me han gustado las letras, igual que las ciencias, y siempre me ha parecido raro que las dos disciplinas estén separadas por una extraña especie de apartheid educativo. Si tuviéramos que generalizar sobre la actual situación del asunto (de lo contrario, ¿para qué diantres sirve un libro como este?), diríamos que las letras tienen algo de aristocrático, de litúrgico, de monárquico, mientras que en conjunto las ciencias parecen ser más igualitarias, más coloquiales y democráticas. De repente nos encontramos a uno de los dos lados de esa línea divisoria cultural, y básicamente nos vemos caracterizados o bien como unos dandis, fantasiosos y creativos, o bien como personas poco aseadas, sabihondas y empollonas, de trato difícil, que no encajan en la sociedad.
Ver todos los comentarios en https://www.xatakaciencia.com
VER 16 Comentarios