La tesis central Radicales Libres de Michael Brooks es que la ciencia no es como se la imagina la gente desde fuera; no consiste en un procedimiento perfectamente pautado y que se atiene a normas universalmente compartidas por la comunidad científica, sino que es un poco caótica.
Para avalar la tesis, Brooks emplea toda clase de anécdotas acerca de muchos descubrimientos científicos. Anécdotas que confirman que muchos de los descubrimientos de la historia se han producido por azar, por plagio o por rencillas.
¿Sabías que Isaac Newton se inventó lo de que le cayó una manzana en la cabeza para conseguir popularidad? ¿Y que el ADN fue descifrado por alguien hasta las trancas de LSD? ¿Que el padre del electromagnetismo era un devoto radical religioso y que su hallazgo precisamente surgió por su obesión por Dios?
Uno de los aspectos negativos de Radicales libres, sin embargo, quizá sea plantear una visión de los científicos un tanto anecdótica. Anécdotas que dejan a los científicos a la altura del betún. Y eso es en parte cierto: los científicos también son seres humanos. Pero el lector lego quizá acabe confundiendo "científico" con "ciencia", y ahí entramos en un terreno resbaladizo.
En ese sentido, Radicales libres podría fomentar la imagen de mad doctor ha cristalizado en la cultura popular, el de científico loco que todo lo hace por motivaciones psicopáticas, inmorales y suprahumanas. O que el método científico no es relevante, cuando sí lo es, y mucho: recordemos que, aunque haya muchos científicos anárquicos, el médoto científico es inflexible. Para despejar dudas, quizá os interese releer un par de artículos al respecto que publiqué por aquí no hace mucho: ¿Por qué somos tan estúpidos? y La verdad existe: ¿qué es una revisión sistemática?