Las matemáticas no siempre son aburridas. A veces, incluso, pueden ser extremadamente lucrativas. Que se lo pregunten a Charles Ponzi, un inmigrante italiano y más tarde inversor de éxito en Boston, que le sacó partido económico a un simple principio de progresión geométrica por allá el 1920.
La táctica Ponzi, que así se llegó a conocer su estrategia, consistió en lanzar un plan de inversiones que prometía un 50 % de beneficios en 45 días a todos aquellos que invirtiesen en sus extraños cupones postales.
Una bicoca a la que no tardaron en hincarle en diente multitud de inversores. Ponzi cumplió aquellas exageradas garantías pagando a los primeros inversores con el dinero obtenido. Así acabó reuniendo más de 9 millones de dólares. Pero 6 meses después, miles de personas empezaron a perder sus ahorros y Ponzi fue encarcelado.
Ponzi fue el precursor de los llamados timos piramidales o estrategias de inversión piramidales.
El problema inherente a cualquier estrategia basada en el sistema Ponzi consiste en que finalmente la fuente de ingresos se agota: o el mercado está saturado de los productos que la empresa comercializa, o la base de la pirámide es tan amplia que ya no hay suficientes personas para comprarlos. En cualquier caso, los vendedores situados en los niveles inferiores de la cadena están condenados a perder.
Simplificándolo, un sistema Ponzi funciona así. Cada miembro de la pirámide está obligado a reclutar 10 miembros más (que pagarán 10 dólares por cabeza): de este modo, en el tercer nivel de la pirámide nos encontraremos con un total de 10.000 miembros. Tres niveles después, los vendedores tendrán que reclutar a un millón de personas para alcanzar las cuotas. Y tres niveles más adelante, a mil millones.
Por esa razón, se trata de convencer a los nuevos miembros que han accedido a la planta baja de la pirámide de una oportunidad única de generar ingresos. La fugacidad de las ganancias potenciales se convierte en la motivación para entrar pronto.
En un ciclo compulsivo, las víctimas se mueven de una compañía a otra, asumiendo las pérdidas con la esperanza de llegar antes que la última vez. Son tantas las personas que participan en este tipo de estrategias, que el mundo clandestino de las pirámides Ponzi se ha convertido en una auténtica subcultura. De hecho, lo encontramos en las páginas de anuncios clasificados de los periódicos y en los boletines de noticias de Internet. Su propósito siempre es el mismo: atraer a más seguidores.
Aquí podéis leer detalles del timo piramidal del caso Madoff, el escándalo que salpicó hace dos años al ídolo de Wall Street gracias a la inaudita rentabilidad de sus negocios.
Y en Barrapunto también comentaron algunos aspectos interesantes de los timos piramidales.
Vía | Coerción de Douglas Rushkoff
Más información | El Mundo