El mundo está repleto de matemáticas. Las matemáticas influyen en todos los aspectos de la vida, se cuelan por todas las fisuras cotidianas. Y saber detectarlas es una forma muy eficaz de desentrañar algunos de los hilos que lo mueven todo, al estilo Neo en Matrix tras vislumbrar el Código.
Incluso a nivel geográfico y/o turístico podemos disfrutar de los matemáticos, como en la Luna, donde encontraremos 300 cráteres con nombres de matemáticos, tal como Laplace, Fermat o Pitágoras.
Las matemáticas también pueden usarse para saber cómo gestionar los huevos. No me refiero a saber la técnica exacta para quebrarlo, freírlo o hervirlo. Aunque, si os interesa, hay una forma muy sencilla de averiguar si un huevo está cocido: se hace girar sobre un plano y se detiene tocándolo con el dedo sobre el eje de rotación. Al apartar el dedo, si permanece quieto es un huevo duro, si gira de nuevo, entonces está crudo. La razón estriba en que el contenido del crudo, al ser líquido, sigue rotando por la inercia.
Pero es física. Si lo que nos interesa son las matemáticas, éstas nos sirven para averiguar la razón de que los huevos se almacenen por docenas, de doce en doce, y no, por ejemplo, por decenas, de diez en diez. Al parecer la razón es meramente práctica: en el sistema decimal sólo podríamos dividir por dos, pero las docenas pueden dividirse por dos, por tres, por cuatro y por seis.
Vía | Enroquedeciencia
Imagen | bgottsab
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