Avogadro fue un físico que comprendió que hay un peso, llamado mol, de cualquier sustancia que contiene siempre el mismo número de moléculas. En 1860, el físico austríaco Josef Loschmitdt logró encontrar el valor de ese número descubierto por Avogadro.
Así pues, en 1 litro de cualquier gas hay siempre unas 2,7e22 moléculas (es decir, 2,7 seguido de 22 ceros).
Entonces, si respiráis una bocanada de aire, en ella hay:
2,7e22 × 1/5e21 = 2,7e22 / 5e21 de las moléculas que contenía el último suspiro de Julio César. Es decir, 5,4. Es un promedio solamente. Ciertos volúmenes de aire inspirado tendrán muchísimas más moléculas imperiales, y otros volúmenes no tendrán ni una sola.
Ahora sabemos la cantidad de aliento de promedio que respiramos unos de otros (a no ser que os lo echen a traición a la cara). Pero siempre que me he dado un baño en el mar he pensado en todas las personas que se orinan en él. ¿En cuánta orina nos bañamos? ¿Y en otras tantos líquidos que se vierten al mar?
Eso lo veremos en la próxima entrega de este artículo.
Vía | Cómo cambiar tu vida con los números de Graham Tattersall y Un matemático lee el periódico de John Allen Paulos