Una de las escenas más recordadas de Back to the Future 2, además de los coches voladores surcando el cielo, es la de Marty ajustándose la chaqueta porque le viene grande oprimiendo un simple botón. En la película, la ropa se acorta y encoge, mientras suena una voz robótica que consigna la acción.
Estamos a punto de llegar a ese punto, aunque no de forma tan tosca, gracias a un material que se estira o encoge según las medidas de una persona.
Biomaterial
Desarrollado por investigadores de la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas (SEAS) de Harvard John A. Paulson, este biomaterial, elaborado con queratina, una proteína fibrosa que se encuentra en el cabello, las uñas y las conchas, puede hacer realidad la ropa de talla única gracias a que puede imprimirse en 3D en cualquier forma y preprogramarse con memoria de forma reversible.
Los investigadores extrajeron la queratina de los restos de lana Agora utilizada en la fabricación de textiles. Según explica Kit Parker, profesor de Bioingeniería y Física Aplicada de la Familia Tarr en SEAS y senior autor del estudio:
Con este proyecto, hemos demostrado que no solo podemos reciclar lana, sino que podemos construir cosas con lana reciclada que nunca antes se habían imaginado. Las implicaciones para la sostenibilidad de los recursos naturales son claras. Con la proteína de queratina reciclada, podemos hacer tanto, o más, de lo que se ha hecho hasta la fecha con la esquila de animales y, al hacerlo, reducir el impacto medioambiental del tejido e industria de la moda.
Para demostrar este proceso, los investigadores imprimieron en 3D láminas de queratina en una variedad de formas. Programaron la forma permanente del material, la forma a la que siempre volverá cuando se active, utilizando una solución de peróxido de hidrógeno y fosfato monosódico. Una vez que se estableció la memoria, la hoja se pudo reprogramar y moldear en nuevas formas. Por ejemplo, una hoja de queratina se dobló en una compleja estrella de origami como forma permanente. Una vez que se estableció la memoria, los investigadores sumergieron la estrella en agua, donde se desplegó y se volvió maleable. A partir de ahí, enrollaron la hoja en un tubo apretado. Una vez seca, la hoja se bloqueó como un tubo completamente estable y funcional. Para revertir el proceso, volvieron a poner el tubo en agua, donde se desenrolló y se volvió a doblar en una estrella de origami.
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