El plástico causa un serio problema para el medio ambiente. Cada bolsa llega a tardar siglos en degradarse, por lo que cada vez se hace más necesario buscar materiales alternativos biodegradables. Una opción, es un material llamado shrilk que emplea en su composición cáscaras de gambas.
El material ha sido desarrollado por Javier Fernández, técnico español que desarrolla su actividad en el Wiss Institute for Biologically Inspired Engineering de Harvard.
Los objetos creados con este nuevo material tienen las mismas características que los creados con el plástico convencional, pero como ventaja no son peligrosos para el medio ambiente.
El material que realmente se emplea en la fabricación de este plástico biodegradable es el quitosano, una versión de la quitina, que se encuentra en los exoesqueletos de los insectos y la fibroína, una proteína de la seda.
Según el propio Javier Fernández el camino no ha sido fácil, las primeras pruebas no dieron resultados positivos ya que el material perdía sus propiedades al entrar en contacto con el agua.
Sin embargo con la combinación entre el quitosato y la proteína de seda le confiere una fuerza que duplica al plástico, en concreto, posee una resistencia de casi 120 MPa, similar a alguna aleación de aluminio.
El material es sencillo de fabricar en grandes cantidades y se podría utilizar para crear grandes objetos 3D. Además se degrada en semanas y su residuo se puede utilizar como abono para las plantas.
Vía | popsci
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