La cubertería actual es básicamente, salvo algunas excepciones, la misma en todas las casas. Pero al menos un fabricante ha sacado al mercado un juego comercial de las llamadas cucharas sensoriales con texturas.
Gracias a estas texturas, las cucharas comercializadas acarician de forma inesperada la lengua. De esta manera, se puede realzar un gusto, un sabor o una textura de una comida concreta.
Una alternativa
Si no se dispone de cucharas sensoriales, existe una alternativa. Por ejemplo, se pueden mojar las cucharas en jugo de limón (mejor no hacerlo con cucharas de plata). A continuación, se introduce en algo cristalino o arenoso, como azúcar o café como molido, y se deja que se seque.
Antes de servir la comida, se sitúa algo sabroso sobre la cuchara y se engulle. La textura sorprenderá al comensal y hará que preste un poco más de atención a lo que come. Como abunda en ello Charles Spence en su libro Gastrofísica:
Otra manera de alterar la experiencia que nuestros invitados tengan de lo que coman es cambiar las propiedades materiales de los cubiertos en sí. Una solución barata es poner cubiertos de madera en lugar de tenedores y cuchillos normales.
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