La ficción siempre ha sido una fuente de inspiración para los científicos. Los ejemplos del cine son muy diversos, aunque el más simpático, sin duda, es el de las zapatillas deportivas Nike que calza Marty McFly en la segunda entrega de Regreso al Futuro: zapatillas que se abrochan solas mediante robocordones. Nike espera comercializar unas similares para el 2015, coincidiendo con el 26 aniversario de la película.
Las novelas de ciencia ficción también han sido fuente de inspiración, sobre todo de la ciencia ficción hard, como la que escribió Arthur C. Clarke. De hecho, en más de una ocasión se ha requerido la imaginación de los escritores de ciencia ficción para encontrar soluciones tecnológicas. Creo recordar, por ejemplo, que el ascensor orbital fue primero un invento ficcional antes que un proyecto con visos de ser real.
La inspiración de para escribir artículos médicos también puede darse por medio del imaginario de una saga como Harry Potter. Por ejemplo, una sencilla búsqueda a través de MedLine, de la Biblioteca Nacional de Medicina de EEUU, nos revela que la influencia del pequeño mago.
Por ejemplo, un artículo sobre el llamado dolor de cabeza de Hogwarts. Un dolor de cabeza generalizado causado por pasar muchas horas leyendo un libro inusualmente largo, como uno de JK Rowling. El dolor se resuelve tras uno o dos días después de que el paciente termine el libro. El término fue acuñado por el Dr. Howard J. Bennett en una carta al editor de The New England Journal Medicine el 30 de octubre de 2003.
Harry Potter también ha proporcionado material para estudios médicos sobre temas como la genética, la cognición social y el autismo. Aquí tenéis una lista de ellos (aunque están en inglés). Podréis encontrar títulos tan llamativos como Comprensión de Harry Potter: paralelismos con el mundo de los sordos, Harry Potter y la obesidad o Harry Potter hechiza a los niños propensos a los accidentes.
Además de los artículos académicos, Harry Potter también favorece la ilustración de conceptos científicos para legos o incluso la aplicación de determinadas terapias.
Martha Driessnack, profesora asistente en el colegio de enfermería en la Universidad de Iowa, publicó un estudio en el Journal of Pediatric Nursing sobre cómo los libros pueden ayudar a explicar ideas complejas acerca de la genética. Por ejemplo, el personaje de Hermione ilustra la idea de los genes recesivos, ya que sus padres eran dos muggles y ella no lo es.
Colman Noctor, un psicoterapeuta en Irlanda, publicó un estudio en 2006 sobre cómo el uso de la metáfora y el simbolismo se pueden incorporar en la psicoterapia con niños. Dijo que la amplia gama de temas en la serie de Harry Potter resulda ideal para ello.
Sin duda una forma de llenar el vacío dejado por el fin de la saga de Harry Potter.
Vía | Genome-Engineering