Atención, pregunta: ¿cuál es la mujer más besada de la historia? Abajo las manos… no estamos preguntando cuál es la mujer que más personas desearían besar. Bien, a decir verdad ni siquiera estamos refiriendo a un beso en sentido estricto. Más bien se trata de posar los labios. Y soplar.
La mujer a lo que nos referimos es una joven suicida no identificada, rescatada del río Sena en el año 1900. ¿Necrofilia generalizada? No. Lo que ocurre es que el patólogo del depósito de cadáveres quedó tan fascinado con la belleza de la chica que que moldeó una máscara mortuoria de su cara.
La historia se convirtió enseguida en un icono de toda una generación de escritores, artistas y fotógrafos. Albert Camus, por ejemplo, comparó su enigmática sonrisa a la de Mona Lisa. Según Hans Hesse, de la Universidad de Sussex, “se convirtió en el ideal erótico de la época, como lo fue Bardot en los años 50”. Hesse piensa que las actrices alemanas como Elisabeth Bergner se inspiraron en ella, siendo desplazada finalmente como paradigma por Greta Garbo
Y el rostro de los maniquíes que se emplean para enseñar técnicas de reanimación cardiopulmonar es el de ella. Y ahí viene lo de los “besos”.
El maniquí fue diseñado en 1958 por Peter Safar y Asmund Laerdal, y naturalmente sus labios son los más besados del mundo, si bien no hay connotaciones libidinosas en el beso. Eso sí, sus creadores pensaron que si el maniquí tenía una apariencia realista, los estudiantes se sentirían más motivados para aprender este procedimiento de reanimación.
Con todo, “el beso” o respiración boca ya se considera menos efectiva que la presión rítmica que se efectúa sobre el pecho del paciente a fin de que bombee sangre. Para llevarla a cabo, por cierto, se recomiendan compresiones rápidas, no como antes, que se ilustraba la velocidad de compresión a los trabajadores de emergencias británicos con la canción de Nelly the Elephant.
Ahora, siguiendo la analogía, se prefieren los 103 latidos por minuto del ritmo del Stayin´Alive, de los Bee Gees.
Vía | El Punto Enfermero