Leemos en ABC una noticia que en principio no nos sorprende, según se desprende del artículo, algunas investigaciones apuntan a que la contaminación de las ciudades, concretamente el plomo, se encuentra ligado a la infancia y a la delincuencia, "la exposición de los niños a los altos niveles de plomo se traduce en delincuencia en un futuro". Esta teoría se basa en las limitaciones impuestas para la contaminación medioambiental, especialmente la del plomo en los diversos productos de consumo y la reducción en algunas ciudades de la delincuencia. El ejemplo que nos ofrece el artículo es la regulación medioambiental de los años 70 en la ciudad de Nueva York, la reducción de la exposición de la infancia al plomo se ha traducido en la actualidad en una reducción de la tasa de criminalidad.
Según indica el doctor Herbert Needleman, profesor de Psiquiatría y Pediatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburg, el plomo se introduce de alguna manera en el cerebro de los niños interfiriendo en sus mecanismos neuronales, sobre todo en aquellos que regulan los impulsos provocando que cuando alcance la adolescencia, tenga un comportamiento criminal o antisocial. O sea, que la reducción que puedan sufrir algunas ciudades en cuanto a la delincuencia, no siempre se debe a la educación, a una mejor gestión gubernamental, al aumento del trabajo, etc.
Uno de los abanderados de esta teoría es precisamente alguien que no es científico sino economista, Rick Kevin, al parecer, ha establecido un estudio estadístico entre la delincuencia y el plomo en varias ciudades del mundo. La reducción de los crímenes violentos, que en ocasiones alcanza hasta el 50%, es un factor atribuido a los esfuerzos en cada ciudad por regular y limitar la contaminación del plomo. La documentación que aporta el economista, para algunos son teorías absurdas que buscan ensombrecer la gestión realizada por el partido político en la ciudad.
Ejemplos tenemos varios, según un estudio realizado por la Universidad médica de Pennsylvania, el Departamento de salud ambiental de la Universidad de Cincinnati y el departamento de psicología del hospital infantil de Philadelphia, la exposición infantil a diversos agentes fruto de la contaminación ambiental, en este caso el plomo, puede provocar que se merme la inteligencia de los niños. Para ello los expertos utilizaron un grupo de estudio de niños con edades comprendidas entre los 2 y los 7 años que vivían en zonas cuya concentración de plomo se situaba en la línea de 20 a 44 µg/dL de plomo en la sangre. El resultado según los especialistas mostraba que la relación existía y que cuanto más mayor era el niño más palpable se mostraba.
Es un tema que debería ser estudiado con mayor profundidad y con estudios científicos de rigor, las estadísticas son una gran ayuda pero sería más determinante la investigación.
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