James Harrison es un héroe, a pesar de que poca gente sabe de la existencia de este autraliano de más de 70 años de edad (nació en 1936). Y no lo es por haber salvado la vida a una persona, ni siquiera a 100 personas. Lo es porque podría haber salvado la vida a millones de personas.
James Harrison podría ser perfectamente la versión masculina del del caso de Henrietta Lacks: la mujer que salvó millones de vidas después de muerta: las muestras tomadas de las células tumorales de esta afroamericana de familia humilde, conocidas con el nombre de HeLa, han servido para desarrollar la vacuna contra la polio, realizar importantes avances en campos como la clonación, cáncer, sida, los efectos de la radiación o sustancias tóxicas y han generado más de 17.000 patentes que producen fortunas y casi 60.000 publicaciones científicas en todo el mundo.
Premiado con el título honorífico de “hombre con el brazo de oro” por su servicio extraordinario a la comunidad, así como la Orden de Australia, el cuerpo de James Harrison también ha generado enormes ventajas a la comunidad médica. En esta caso, su sangre es tan rara que, sus continuas y métodicas donaciones de la misma, se estima que han salvado la vida de más de 2 millones de bebés. Con su sangre, se consigue elaborar una vacuna que se inyecta en las mujeres embarazadas (la Inmunoglobulina RHo (D), creada en 1968), lo que evita que muchos niños no solo dejen de morir sino de desarrollar daños cerebrales.
La sangre de Harrison es rara en el sentido de que contiene unos anticuerpos que sirven para combatir una forma grave de anemia que se produce en los niños con incompatibilidad materno-fetal Rh, la enfermedad de Rhesus, una enfermedad hemolítica que se desarrolla cuando una mujer embarazada tiene sangre Rh negativa y el bebé que lleva en su vientre tiene sangre Rh positiva.
Harrison lleva más de 50 años donando sangre, y estima que lo ha hecho más de 1.000 veces. Sin embargo, para algunos expertos, si bien la contribución de Harrison es destacable, no tiene tanto de extraordinario. Por ejemplo, el jefe de la División de Inmunohematología del Banco de Sangre y Tejidos de Cataluña (BSTCAT), el doctor Eduardo Muñiz-Díaz, ha señalado:
Sólo es Rh negativo, nada más», asegura. «Este hombre es sólo una de las miles de personas en el mundo con Rh negativo que, de forma voluntaria, son inmunizadas para que creen anticuerpos en el plasma. Más tarde, ese mismo plasma es el que utilizan las farmacéuticas para fabricar la gammaglobulina anti D, o vacuna anti D, que evita la aparición de la enfermedad de Rhesus en los niños con un Rh incompatible con el de su madre. (...) Probablemente la noticia es que a este australiano le hayan homenajeado por ser el donante más viejo o el que más veces ha donado, pero en ningún caso ha salvado el solo la vida de 2, 2 millones de niños.
Sean o no las cifras de Harrison una exageración de la prensa, lo cierto es que su popularidad probablemente ha incentivado a otras personas que comparten su particular tipo de sangre a participar en más donaciones.
Vía | AbadíaDigital | ABC