La eritropoyetina (EPO) es una hormona de naturaleza protéica que, en condiciones fisiológicas es sintetizada en el riñón. Su función es la de estimular la médula ósea, que es donde se producen las células sanguíneas, para aumentar la génesis de glóbulos rojos antes diversos estímulos como la pérdida se sangre, la disminución de la concentración de oxígeno en la circulación (como ocurre en el mal de altura, en enfermedades pulmonares y fumadores), o el aumento de las necesidades corporales de oxígeno (ejercicio intenso y continuado). La EPO es, junto a la vitamina D y la renina, una de las principales secreciones hormonales del riñón.
Desgraciadamente, la eritropoyetina se reviste de actualidad cada cierto tiempo debido a su uso como sustancia dopante en deportes que requieren alta resistencia, como el ciclismo y el atletismo de fondo, debido a los efectos que comentaremos a continuación y que, utilizada indiscriminadamente, pueden llevar a su "consumidor" a la muerte.
En la práctica clínica habitual utilizamos eritropoyetina recombinante humana (rhu-EPO), obtenida mediante cultivos de células de mamíferos. Se trata de un fármaco muy caro que sólo manejamos en casos de pacientes con anemias graves que no responden a los tratamientos habituales, como la que se deriva de la insuficiencia renal crónica o de tratamintos quimioterápicos anticancerígenos. Tampoco es extraño su uso antes de intervenciones quirúrgicas en las que se espera una gran pérdida de sangre, aunque en estos casos compiten con las transfusiones tradicionales y las autotransfusiones.
Los eritrocitos (glóbulos rojos) son los encargados de transportar el oxígeno en el torrente sanguíneo. Contienen una sustancia denominada hemoglobina, formada por un núcleo de hierro y cuatro cadenas protéicas. Esta molécula de hierro es capaz de oxidarse (captar oxígeno) al pasar por los pulmones y de reducirse (soltar el oxígeno) en los órganos periféricos, como son los músculos. Como curiosidad, la hemoglobina oxidada es la responsable de que la sangre arterial sea de color rojo vivo. El oxígeno es el combustible necesario para que todas las células del cuerpo funcionen.
Los músculos requieren oxígeno para realizar cualquier tipo de ejercicio y sus necesidades aumentan paralelamente a la intensidad del esfuerzo realizado. En caso de que no llegue suficiente oxígeno y se siga haciendo deporte, las células musculares obtienen la energía siguiendo una vía metabólica anaerobia de la que resulta la síntesis de ácido láctico. Esta alternativa es responsable de la aparición de la sensación de fatiga muscular y, cuando el ácido láctico cristaliza, de las típicas agujetas que suceden a una actividad deportiva intensa.
El mecanismo que buscan los deportistas mediante la administración de EPO es la de aumentar la masa eritrocitaria, aumentando la capacidad de la sangre de transportar oxígeno. De esta forma, se aseguran de que llega mayores cantidades de energía a los músculos y de que la vía anaerobia y, por tanto, la fatiga muscular tarda más en aparecer, con lo que incrementan su capacidad de esfuerzo y su resistencia.
Se ha demostrado que el uso de EPO hasta incrementar los niveles de hemoglobina por encima de 13g/dl aumenta considerablemente el riesgo de fallecimiento por enfermedades cardiovasculares. El aumento de hematíes no es gratuito: aumenta la viscosidad sanguínea, lo que dificulta y ralentiza la circulación. Esto favorece la aparición de trombos que pueden embolizar y producir infartos, de especial importancia en corazón y cerebro, o episodios de muerte súbita.
Para sospechar el uso de eritropoyetina en actividades deportivas, basta con un análisis de sangre, ya que la administración de EPO produce, como hemos dicho, un aumento de la masa eritrocitaria, fácilmente observable mediante el valor del hematocrito, que no es otra cosa que el porcentaje de la sangre que se debe al volumen de los hematíes.
Más información | EPO en Wikipedia, Gráfico en El País. En Genciencia | Cómo se contraen los músculos