El ácido láctico es una de las fuentes de energía del cuerpo humano más "explosiva". Cuando hacemos ejercicio, nuestro cuerpo nos proporciona más energía de la que en realidad puede, y para eso el cuerpo recurre a una seie de reacciones bioquímicas. El mecanismo es como sigue: una vez que la demanda de energía de los músculos crece, las células comienzan a transformar el azúcar y otras fuentes de energía en piruvato, una forma química más simple que el azúcar, y ésta toma uno de dos caminos posibles: vía metabólica anaerobia, o aerobia.
Con la forma aerobia, se consigue más energía en términos absolutos, pero es bastante más lento; mediante la vía anaerobia, la cantidad total de energía es menor, pero la tranformación es más rápida, una especie de tranformación "de emergencia". Esta transformación es la que habitualmente usa el cuerpo, y de ella se obtiene un desecho conocido por sus efectos en forma de agujetas: el ácido láctico.
Sin embargo, hace unos cinco años se comprobó que este ácido láctico tiene ventajas. Por ejemplo, ayuda a contrarrestar la fatiga muscular en cierta medida, paliando los efectos del aumento de los niveles de potasio. Hoy en día, Geroge Brookes, experto en metabolismo de la Universidad de California, Berkeley, y su equipo de colaboradores, comprobaron por medio del microscopio electrónico que el ácido láctico es inyectado en las mitocondrias (encargadas de la extracción de energía de las fuentes) por ciertas proteinas, con lo cual se ha revelado el temido ácido como una fuente alternativa de energía aún en presencia de oxígeno.
Estos hallazgos llevan a los investigadores a pensar en una ayuda a los enfermos de diabetes y de SIDA, pues en éstos la presencia de ácido láctico en sangre es extremadamente alta. Los tratamientos convencionales se reducían a aumentar el aporte de oxígeno en sangre, pero no demostraron ser realmente efectivos. Ahora la cuestión se "reduce" a arreglar los mecanismos defectuosos de las mitocondrias que no permiten procesar ese ácido láctico correctamente.
Aunque no todo el mundo está convencido de estos hallazgos, lo cierto es que han aportado luz al funcionamiento básico del metabolismo, y a la vez me han hecho pensar, particularmente, que ese remedio para las agujetas consistente en tomarte un vasito de agua con azúcar justo después de hacer ejercicio (eso, cuando llevas tiempo sin hacerlo, claro), no es tan efectivo como, posiblemente, volver a hacer deporte al día siguiente, y al otro, y al otro...
Vïa | Science Now