Otro argumento expuesto por un tal Larry Dossey, editor ejecutivo de la revista Alternative Therapies in Health and Medicine, que pretende respaldar la medicina New Age con los conocimientos actuales que tenemos en Física es el siguiente:
Era III (medicina no local o transpersonal), la era más reciente y avanzada de la ciencia. La conciencia no es local, es tanto que no es inseparable de los cuerpos individuales. Las mentes de los individuos están desplegadas a través del tiempo y del espacio, y son infinitas, inmortales, omnipresentes y en última instancia, una.
Dossey recurre a menudo a la mecánica cuántica para sostener que la mente no es local, y que por tanto tiene capacidades telepáticas, proféticas y de curación a distancia mediante oraciones. Cabe añadir que Dossey es un superventas de libros sobre salud y espiritualidad. Algo así como el Pablo Coelho de la medicina.
Pero aquí no termina el desaguisado intelectual. Aunque suene increíble, también hay defensores de las medicinas tradicionales que incluso cuestionan la validez del método científico. Por ejemplo, Karen Lee Fontaine se atreve a afirmar que el procedimiento de doble ciego (ni médico ni paciente saben si están usando la medicina de verdad o una de mentira) que se realiza en las pruebas clínicas…
se basa en la suposición de que únicamente determinados factores causan la enfermedad y cambian su curso, y que esos factores pueden estudiarse aisladamente y fuera de contexto. En cambio, la medicina alternativa cree que ningún factor por sí solo causa nada, ni tampoco que una sustancia mágica pueda cambiar el curso de la enfermedad sin ayuda de nada más. Múltiples factores influyen en la enfermedad y múltiples intervenciones trabajan en conjunto para conseguir la curación. El protocolo a doble ciego es incapaz de conciliar los distintos grados de complejidad y variedad.
Si los investigadores médicos desarrollaron protocolos tan estrictos como el doble ciego fue porque, hasta el momento, los sistemas médicos tradicionales no tenían detrás suficiente cantidad de investigación cuantitativa, y se dieron cuenta de que la simple observación clínica basada en modelos explicativos no era lo bastante fiable. Fontaine, sin embargo, aboga por retroceder atrás en el tiempo, a la época en la que los remedios no curaban tanto o tenían más efectos secundarios indeseados.
Esto no quiere decir que el doble ciego sea perfecto: el paciente también puede ser capaz de deducir a partir de los efectos secundarios de los medicamentos si está en un grupo experimental o de control. Pero es infinitamente más fiable que la simple observación clínica.
Fontaine también arguye que en los protocolos de la medicina actual hay muchos vacíos legales y corrupción, y que es el dinero lo que mueve muchos experimentos. Bien, eso puede ser cierto, pero entonces ¿no debería reclamarse mayor rigurosidad científica y no un escenario alternativo en el que se dejan atrás los protocolos actuales? La mayoría de tratamientos alternativos sí que están exentos de regulación, y eso es lo que debería preocupar realmente a Fontaine.
Vía | Más allá de las imposturas intelectuales de Alan Sokal