Convivir con alguien que sufre de psicosis implica comprender al enfermo y saber que en ciertos momentos, va a estar viendo u oyendo cosas que no existen en realidad.
Obviamente, esto es una carga bastante importante para los familiares, ya que deben de tener especial cuidado con ciertas situaciones que pueden llegar a ser peligrosas. Como ejemplo sencillo, que la persona que sufra de psicosis crea conveniente salir por la ventana, en lugar de usar la puerta. Pero a veces el problema puede crecer y salir de los límites de la mente del enfermo. En estos casos, hay dos situaciones en las que alguien cercano al psicótico acaba por compartir su noción de la irrealidad:
Folie imposée. Es cuando el enfermo induce a la otra persona sus ideas delirantes. Suelen tener una relación muy estrecha, y compartir los mismos temas (por ejemplo, creer en los horóscopos).
Folie simultanée. En este caso, ambas personas sufrían de psicosis, y una de ellas influencia a la otra de forma que acaban teniendo delirios parecidos.
Existen casos documentados realmente interesantes, como el de una madre y su hijo de 13 años que creía que era hijo del mago Merlín. El chico pensaba que todo el mundo quería dañarle por su curioso estatus, y decía escuchar una voz que le indicaba que “la hechicería se desencadenará”, en un lenguaje que no identificaba pero que entendía.
Su madre, de 44 años y con un nivel de escolarización bajo, acabó sintiendo cosas extrañas, y su psicosis fue tal que decía recibir órdenes de un tal Dartayan, espíritu de su difunto padre. Según su versión, a través de mensajes de texto al móvil le indicaba cómo tenía que actuar con su hijo para convertirlo en un todo un mago blanco.
Magia y tecnología, unidas con un mismo fin.
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