A nuestros océanos les empieza a faltar hierro y eso es un problema

Como si padecieran anemia, los océanos están faltos de hierro y eso es un problema porque ello propiciará que se conviertan en desiertos marinos, tal y como ha apuntado Andrew Bowie, oceanógrafo químico de la Universidad de Tasmania.

Como podéis ver en el siguiente vídeo, Bowie ha formado parte de un equipo que este año estudió el papel de las partículas de la atmósfera que son arrastradas desde Australia continental hacia el mar, a bordo del barco Investigator de la Organización para la Investigación Industrial y Científica de la Mancomunidad de Australia.

La clave es el fitoplancton

El trabajo se centró en el análisis de la presencia de micronutrientes como el hierro, además de otros minerales y metales como el cobre, cobalto, níquel, manganeso, que van a parar a mares cercanos a consecuencia de incendios forestales u otro tipo de emisiones. Las causas de la anemia de los océanos aún son desconocidas para los científicos, así como la correlación entre una alta presencia de hierro y la pesca.

Algunas aguas del norte de Australia parecen tener suficiente hierro para el crecimiento del fitoplancton, pero la falta de nutrientes necesarios para el crecimiento de estos microorganismos y la baja actividad de hierro se refleja en la anemia de las aguas antárticas.

El hierro, qué está presente en el polvo atmosférico, funciona como un fertilizante natural de los océanos y es importante para el crecimiento del fitoplancton, que produce gran parte del oxígeno de la Tierra. Además, estos organismos microscópicos que se encuentran en la superficie marina absorben el dióxido del carbono, uno de los gases que provocan el efecto invernadero.

Los océanos no están en condiciones óptimas en lo que se refiere al crecimiento del fitoplacton y algunas partes están desérticas. Esto no significa que no estén sanos, sino que el ecosistema podría ser más productivo y tener más vida.

La actividad humana puede acabar con fitoplancton si no se toman medidas urgentes, tales como evitar los restos agrícolas o el plástico dejado a la deriva y reducir la acidificación de los mares y océanos de resultas de la disolución de carbono emitido por la combustión del carbón, el petróleo y el gas.

Según las observaciones realizadas con satélites por pare de oceanógrafos de la Universidad de Maryland, el fitoplancton ya ha disminuido un 30% en los últimos 16 años. Nos queda poco tiempo para reaccionar antes de perder lo más preciado.

Con todo, los expertos barajan la posibilidad de que en un escenario de cambio climático, con continentes más secos y una mayor desertificación, podría producirse un aumento de vientos que logren arrastrar hierro hasta la Antártida y promover el crecimiento del fitoplancton.

Vía | Sinc

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