Estos últimos días, por causas que explicaremos, se ha estado hablando mucho sobre la contaminación en las grandes ciudades como Madrid o Barcelona. Me gustaría explicar (de la mejor manera posible) causa, problemas y posibles soluciones.
Para empezar un análisis de la situación me gustaría definir un par de conceptos, por aquellos que desconocen la terminología.
La contaminación no es otra cosa que la transmisión y difusión de componentes tóxicos a medios como la atmósfera, el agua o el suelo (ya os hablaré en otra ocasión del suelo), como también la presencia de polvos y gérmenes microbianos provenientes de los desechos de la actividad del ser humano.
En la actualidad, el resultado del desarrollo y progreso tecnológico ha originado diversas formas de contaminación, las cuales alteran el equilibrio físico y mental del ser humano. Debido a esto, la actual contaminación se convierte en un problema más crítico que en épocas pasadas.
En las grandes ciudades, la contaminación del aire es el mayor de los problemas y se debe a los motores de explosión, a los aparatos domésticos de la calefacción, a las industrias, etc, que liberan a la atmósfera gases, vapores o partículas sólidas capaces de mantenerse en suspensión.
Antes de seguir con los problemas que causa la contaminación, habría que hablar de la atmósfera. Podría tirarme años hablando de la atmósfera, pero ¿qué es la atmósfera?
La atmósfera es una mezcla de gases que rodea un objeto celeste (como la Tierra) cuando éste cuenta con un campo gravitatorio suficiente para impedir que escapen.
La atmósfera terrestre está constituida principalmente por nitrógeno (78%) y oxígeno (21%). El 1% restante lo forman el argón (0,9%), el dióxido de carbono (0,03%), distintas proporciones de vapor de agua, y trazas de hidrógeno, ozono, metano, monóxido de carbono, helio, neón, kriptón y xenón. El aumento de anhídrido carbónico (procedente de la combustión del petróleo, por ejemplo) en la atmósfera causa un desequilibrio químico en la biosfera, produciendo una alta cantidad de monóxido de carbono, sumamente tóxica para los seres vivos.
Además de contener los gases necesarios para la vida, la atmósfera, absorbe la mayor cantidad de radiación solar y debido a esto se produce la filtración de todos los rayos ultravioletas.
Debemos recordar que la atmósfera contiene varias capas, la más famosa (por su gran agujero) es, sin duda, la de Ozono.
Es una zona de la atmósfera que abarca entre los 19 y 48 km por encima de la superficie de la Tierra. En ella se producen concentraciones de ozono de hasta 10 partes por millón (ppm). A nivel del suelo, estas concentraciones de ozono serían peligrosas para la salud.
El ozono se forma por acción de la luz solar sobre el oxígeno. Esto lleva ocurriendo muchos millones de años, pero los compuestos naturales de nitrógeno presentes en la atmósfera parecen ser responsables de que la concentración de ozono haya permanecido a un nivel razonablemente estable.
Por el contrario, una molécula de monóxido de cloro puede destruir millones de moléculas de ozono. Los clorofluorocarbonados (CFC) procedentes de aerosoles, espumas, etc, son moléculas muy estables y duran casi 20 años como tales en la atmósfera. Por lo que una infinidad de moléculas de ozono seguirían siendo destruidas con el paso del tiempo.
Ya recordados los conceptos previos, pasemos al problema en sí en la parte II.