Durante tiempos inmemoriales, el ser humano ha intentado manipular la meteorología. Al principio mediante técnicas poco eficaces, como las oraciones, los bailes rituales o el poner un cesto de huevos en la puerta de una parroquia.
Después llegaron técnicas un poco más eficaces, como la siembra de nubes mediante yoduro de plata. A finales de los años 1940, tres científicos de General Electric que trabajaban en Schenectady (Nueva York) esparcieron con éxito el yoduro de plata, que es un compuesto químico usado en fotografía y como antiséptico en medicina y que permite inducir la nucleación de cristales de hielo en el sembrado de nubes para provocar lluvia artificial.
Por cierto, dos de esos científicos eran Bernard Vonnegut y su hermano menor, Kurt. Sí, el novelista de fama mundial, en cuyos escritos incluyó mucho de la imaginativa ciencia que había visto en Schenectady.
Pero esta técnica no funciona siempre. Así que ha llegado la nueva y última manera de pedirle a los dioses que hagan llover: físicos europeos han demostrado por primera vez que los láseres pueden utilizarse para formar nubes y provocar la caída de gotas de lluvia, acabando así con las zonas de sequía.
En Berlín, el equipo despidió pulsos muy breves de luz láser infrarroja en una cámara de aire con agua saturada a -24ºC. Pronto se formaron nubes lineales, como la estela de un avión en miniatura.
El láser generó nubes por extracción de electrones de los átomos en el aire, que favorecen la formación de radicales de hidroxilo, que es parte de una molécula. Estos convierten los dióxidos de sulfuro y nitrógeno en el aire en partículas que actúan como semillas para cultivar las gotas de agua.
Los elementos imprescindibles para que se formen nubes son por lo menos tres: aire ascendente, vapor de agua y partículas sólidas, que se conocen como núcleos de condensación de las nubes. Por eso el simple paso de aviones a reacción provoca que las partículas del tubo de escape sirvan como núcleos. Así, se forman nubes artificiales como las estelas de los aviones, que tienen un efecto notable en el medioambiente… a nivel positivo.
Después de los atentados terroristas del 11 de septiembre, por ejemplo, todos los vuelos comerciales de EEUU quedaron interrumpidos durante 3 días. Usando los datos de más de 4.000 estaciones meteorológicas, los científicos descubrieron que la repentina ausencia de estelas ocasionó un ascenso de 1,1 grados centígrados en la temperatura a nivel del suelo. Ya que las nubes tienen un efecto refrescante.
Ahora, gracias al láser de Jérôme Kasparian, de la Universidad de Ginebra, en Suiza, miembro del equipo de investigación, se espera que en breve lleguen más experimentos sobre sus posibles usos: el siguiente paso es usar el láser en un movimiento de barrido a través del cielo para tratar de inducir la condensación en un área más amplia. También se tratará de aumentar su eficacia mediante el ajuste de enfoque del láser, la longitud de onda y la duración del pulso.
Vía | ABC