Como decía Terry Pratchett en su saga de novelas de fantasía ambientada en Mundodisco a propósito del río Ankh (clara alusión al Támesis), «es probablemente el único río del universo en el que los investigadores pueden dibujar con tiza el contorno de un cadáver».
Sin embargo, esta descripción tan gráfica de los efectos de la contaminación de las aguas de las ciudades se queda corta si la comparamos con el fatberg, una suerte de monstruo del pantano concebido por nuestros desechos más asquerosos.
Grasa congelada
Un fatberg es un trozo de grasa congelada, aceite de cocina, pañales, toallitas húmedas y otros artículos de higiene personal que se tiran por el inodoro y causan obstrucciones en los sistemas de aguas residuales de las ciudades.
El más grande fatberg del que se tiene constancia y del que haya dado noticia una autoridad competente medía nada menos que 250 metros de largo y se estaba que tenía una masa de 130 toneladas, según los inspectores del Thames Water, de Reino Unido. El equivalente a once autobuses de dos pisos.
Lo encontraron en un conducto de aguas residuales en el área londinense de Whitechapel, en septiembre de 2017. Tuvo un costo de millón de libras por mes el retirarlo y los funcionarios afirmaron que podría tomar tanto como dos meses para destruirlo completamente.
El problema está sobre todo en las toallitas húmedas, los bastocillos para los oídos, los preservativos y los desechos de plástico, que acaban formando "tapones" a los que contribuyen las grasas que se utilizan en la cocina. La mayor parte del Fatberg de Whitechapel fue reciclado y convertido en biodiésel. Unos cuantos trozos fueron preservados para su análisis científico. Dos de ellos, del tamaño de una tostadora, se exhibieron el Museo de Londres.
"Fatberg" es un acrónimo de fat (grasa) + berg (montaña), modelado de iceberg. La palabra fue agregada al Oxford Dictionaries Online en 2015.
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