Gram Power, una pequeña empresa de reciente creación dirigda por Yashraj Khaitan, un empresario social de 22 años graduado por la Universidad de California, fue elegida por la NASA como una de las diez empresas más innovadoras del mundo en el campo de las tecnologías limpias.
No en vano, Gram Power fue la responsable de instalar la primera microrred eléctrica inteligente de la India en la pequeña aldea de Khareda Lakshmipura. Un grupo de paneles fotovoltaicos situados sobre una subestación hecha de adobe es la encargada de proporcionar la electricidad a eta microrred. En sus entrañas hay baterías que liberan electricidad durante los días nublados o durante la noche.
Tal y como lo explica Jeremy Rifkin en su libro La sociedad de coste marginal cero:
Un tendido de cables sobre postes de madera transporta esta electricidad verde de la subestación a las casas del pueblo y a servicio a sus más de 200 habitantes. Cada casa está equipada con un contador inteligente que indica el consumo y el coste correspondiente según el momento del día. La electricidad verde es mucho más barata que la de la red eléctrica nacional y reduce la combustión de queroseno, que contamina mucho y provoca enfermedades cardiorrespiratorias muy frecuentes en la India.
Copiando el modelo
La pequeña aldea de Khareda Lakshmipura es la primera en usar esta microrred de electricidad, pero no la única. Gram Power, desde entonces, ya ha instalado microrredes eléctricas en diez pueblos más, y espera llevar electricidad verde a 40.000 personas más en los próximos meses.
En el futuro, Gram Power está negociando con el Gobierno indio ampliarse a 120 pueblos más, dotando así de este tipo de energía a 100.000 viviendas.
Pero no es tampoco la única empresa que se dedica a ello en la India. Husk Power Systems es otra empresa con sede en el estado de Bihar, donde el 85 % de la población no tiene electricidad y la empresa emplea biomasa en forma de cascarrilla de arroz para alimentar 90 centrales eléctricas locales que llevan electricidad a 45.000 viviendas rurales por medio de microrredes eléctricas.
El coste medio de instalar una microrred para un pueblo de unas cien viviendas es de 2.500 dólares, una inversión que la comunidad puede amortizar en solo unos años. Después, el coste marginal de generar y enviar cada kilovatio adicional es prácticamente nulo.
Estas microrredes eléctricas locales también se pueden conectar entre sí para crear redes regionales que, con el tiempo, se conectarán a las redes nacionales transformando la estructura eléctrica centralizada en una red eléctrica distribuida, colaborativa y de escala horizontal o lateral. Se calcula que en 2018 las microrredes eléctricas supondrán más del 75 % de los ingresos mundiales obtenidos por la generación de energías renovables.
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