El agua es un bien escaso. Más de mil millones de personas no tienen acceso a agua potable, y la mitad de las hospitalizaciones a escala global se debe al consumo de agua contaminada con agentes infecciosos.
Con todo, el mayor consumo de agua no lleva a cabo para saciar nuestra sed, sino toda clase de actividades, desde las más obvias, como la agricultura, como las menos obvias, como el consumo de carne o la fabricación de microchips.
A continuación, pues, vamos a echar un vistazo en qué actividades gastamos el agua que nos rodea, que solo en un porcentaje de un 0,5 % es agua dulce: el 97,5 % es salada, y el otro 2 % está congelada en los casquetes polares.
-Agricultura: la mayoría del agua que consumimos se emplea para la agricultura. Nada menos que el 70 % del agua mundial. Y es que producir una simple sandía requiere 400 litros de agua. Un tomate, 13 litros.
-Ganadería: producir carne también es muy caro a nivel hídrico, pues para producir medio kilogramo de carne se requieren 10.000 litros de agua. Y un huevo cuesta más de 450 litros de agua.
-Alimentación: la alimentación en general, pues, es un gran consumidor de agua. Una simple taza de té cuesta 35 litros. Una copa de vino, 120 litros. Un vaso de cerveza, 75 litros. Una taza de café, 140 litros. Un vaso de leche, 200 litros.
-Tecnología: la simple fabricación de un microchip necesita más de 130 litros de agua (y solo una fábrica de Intel produce millones de chips al mes).
-Energía: encender una bombilla también gasta agua. Solo en Estados Unidos, por ejemplo, la energía requiere el 20 % del agua que no se usa en agricultura.
-Agua embotellada: la moda de beber agua embotellada ha llegado hasta el punto de que, anualmente, los seres humanos ya consumimos 50.000 millones de litros de agua embotellada. Gran parte de esta agua se conoce como “agua fósil”, lo que significa que tardó decenas de miles de años en acumularse en acuíferos que luego no se rellenan fácilmente.
-Estabilidad: el agua también resulta perentoria para el desarrollo y la estabilidad de una civilización, como explicábamos hace poco respecto al uso del agua como profiláctico en los países en vías de desarrollo. Como ha señalado el profesor de economía de la Universidad de Berkeley Edward Miguel, la lluvia en África, es decir, abundancia de agua, provoca que los conflictos, como guerras civiles, sean menos probables. Tal y como abunda en ello Peter H. Diamandis en su libro Abundancia:
Hasta ahora estos conflictos han sido guerras civiles que han tenido lugar dentro de los países, pero unos doscientos ríos y trescientos lagos son compartidos por fronteras internacionales, y no todas las relaciones de vecindad son amistosas.
Foto | Kim Hansen
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